domingo, 27 de abril de 2014

LLUVIAS CONTINUAS de Verónica Aranda Ed. Polibea 2014




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LLUVIAS CONTINUAS de Verónica Aranda 

Me he alegrado al leer este libro de haiku de Verónica Aranda por varios motivos. Me gusta la gente que arriesga, que no teme publicar porque al fin y al cabo es la única manera de tomar el pulso real de lo que escribe y de lo que quiere transmitir. En este sentido, Verónica ha sido valiente. Además valoro el esfuerzo que creo honestamente está realizando para iniciar el camino del haiku en la línea de la escuela de Vicente Haya. Se nota su tesón y su aplicación para ceñirse a sus enseñanzas, pero como contrapunto, en este  caso, “ceñirse a” le ha restado algo de frescura y espontaneidad. No pasa nada. Con el tiempo seguro que suelta los corsés que en un comienzo se hacen imprescindibles para evitar desboques.
Al leer los haikus de Lluvias Continuas, he tenido la impresión de hallarme ante un grabado  de Escher  basado en la escalera de Penrose. He podido sentir una Verónica voluntariosa que asciende y desciende. Que cuando cree que sube, baja y viceversa. En ese aparentemente imposible recorrido, nos va mostrando sus hallazgos, asomándose a diversos paisajes que van desde la humildad y la sencillez de este haiku:

Un manantial.
La libélula roja
vuela hacia el agua.


hasta la complejidad barroca que a mi juicio pesa mucho, demasiado para un haiku, de este otro:

Beben absenta
la noche del eclipse
los comediantes

Creo que se encuentra,  en cuanto al haiku se refiere, en un momento crucial en el que ha de decidir por dónde quiere ir y si le compensa salir de esta escalera trampa en la que tengo la sensación que se encuentra algo desorientada.
Los haikus de Verónica que me han tocado el corazón, probablemente sean los que a la mayoría de  lectores deje fríos. Pero a mi entender, son precisamente esos, los más sencillos y que se hallan libres de presencias pesadas para el haiku, los que vibran siguiendo  esa máxima que en el haiku se hace patente de  “menos es más”.
Verónica tiene cosas que decir. No cabe duda que posee sensibilidad y que se expresa bien, muy bien en poesía… Es una buena recolectora de esencias. Pero es precisamente esta condición la que más le lastra a la hora de escribir haiku y por eso tiene mérito. Vaciarse y dejar espacio para que suene el haiku a través de su voz sin que suene a retórica occidental,  requiere un sobreesfuerzo.
La naturalidad en el haiku es imprescindible. El haiku que nace en una probeta, sabe a artificio por muy bien que se mezclen sus componentes. Pero esta condición de naturalidad o artificio, sólo la notarán los catadores expertos. En la conciencia de cada haijin está el ser honesto con el mundo y consigo mismo para dejar que lo que tenga que manifestarse en un haiku se manifieste sin que la sombra del poeta termine siendo el auténtico protagonista del poema.
Todo un maravilloso reto que Verónica está capacitada para afrontar.

Mercedes Pérez 






martes, 15 de abril de 2014

viernes, 4 de abril de 2014