Los españoles seguimos hablando de los políticos como entes
ajenos a nosotros. Quizás estamos todavía muy verdes como para caer en la
cuenta de que el político nace del pueblo y tiene que estar al servicio del
pueblo. Con esto quiero decir que hasta que no asumamos la responsabilidad de
saber elegir y saber dirigir a nuestros políticos en la dirección que resulte
beneficiosa para el pueblo, éstos harán de su capa un sayo como ya estamos
viendo.
A Lorca no lo fusilaron por homosexual, lo fusilaron por sus
ideas pedagógicas. Porque formaba parte de un importante grupo de personas
avanzadas que comprendieron la necesidad urgente de educar al pueblo para que
pudiera pensar, dilucidar, contrastar, elegir con criterio y debatir en libertad. Es decir para que salieran de la
ignorancia y la prisión de sus mentes aleccionadas históricamente para el
servilismo y la esclavitud. Y este fundamental proyecto pedagógico fue sesgado
de golpe o mejor dicho, por un golpe de estado que sumió de nuevo al pueblo español en un periodo de oscuridad dónde el libre pensamiento
fue castigado cruelmente.
Los maestros fueron el objetivo principal de la intolerancia
y de la represión. Y no sólo en España y no sólo antes. Seguimos viendo cómo el
sistema educativo y sus docentes son objeto de manipulación y hasta de
persecución (véase Mexico)
A la vista de los resultados, me atrevería a decir que desde
que la Dictadura acabó y comenzó la supuesta transición democrática, nadie con
capacidad real para hacer algo a nivel estatal ha querido o podido realizar un
proyecto educativo digno y sólido, a salvo de las manipulaciones políticas y
con el loable fin de educar al pueblo en la democracia y la ciudadanía.
La pregunta inocente es :¿para qué quiere un país gente
ignorante? La respuesta obvia es: para manejarles a su antojo.
Pero este argumento choca con la realidad de otros países con
sistemas educativos envidiables como Japón o Finlandia, en el que la educación
es su pilar de sustento más sólido y a la que protegen y salvaguardan por
encima de todo. Emociona hasta la lágrima cuando leemos que en Japón no se
cierra una línea de tren porque en un pueblo sigue habiendo UNA ESTUDIANTE que
necesita el servicio. Y todo un país comprende que no importa el precio que
supone porque la rentabilidad de futuro la tienen
garantizada en sus jóvenes.
Entonces, volviendo al hilo… ¿qué falla en España? En mi humilde
opinión, no somos un pueblo que nos identifiquemos con nuestro país como un
proyecto atractivo que nos ataña más allá del futbol y de alguna penosa fiesta
nacional en la que se torturan animales. Yo soy español, español, ese grito que
sólo logra la selección. Esa bandera que aún sin escudo, evoca lo que evoca.
Ese himno sin letra, sin voz…
Futbol, maltrato animal, bandera que a muchos duele, un
himno por escribir.
Creo que ahora es el momento de trabajar conscientemente en
la misión pedagógica que quedó pendiente aquel aciago día en el que fusilaron
el progreso de todo un pueblo.
Mercedes Pérez