sábado, 9 de abril de 2022

HAIKU-DÔ A VISTA DE PÁJARO por Kotori. 2019

 

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HAIKU-DÔ A VISTA DE PÁJARO por kotori 2019

 

 

El Haikui-dô no es un camino como aquellos que tanto inspiran a poetas y escritores. Es tan pequeño y resbaladizo que se parece más a un sendero de esos que transitan en silencio los animales que habitan el bosque o las dunas.

 Así lo experimenté hace ya unos cuantos años cuando supe que el haiku era, de alguna manera, mi tabla de salvación: un camino íntimo de sanación espiritual, un camino fiable para el que busca despojar su alma de banalidades y dejar de sufrir por toda la estupidez humana en la que nos vemos envueltos a causa de los sentimientos, o tal vez un peregrinaje hacia el centro del ser para encontrar esa dulce flor del olvido que nos distancie de la dureza de vivir y nos retorne al paraíso perdido…Pero no fue como imaginé.

 

Sé que hablar de estas cosas pondrá a muchos en guardia. Sanación espiritual  suena a religión, a superchería. Hay miedo y rechazo, seguro que justificado. ¡Demasiado dolor han traído las religiones y la superstición al mundo, de manos de los ambiciosos de corazón!  Lo comprendo, pero se llame como se llame ese anhelo, esa búsqueda, pasa por negarme a cercenar mi ser al que no concibo sin que cuerpo, alma y espíritu se mezclen de tal forma que sea imposible distinguirlos. Y a ese punto de unión con el Todo es al que llego a través del Haiku-dô cuando el tsunami de la existencia me lo permite. Creí que el haiku-dô me evadiría de una realidad que resultaba insufrible y resulta que me puso en contacto precisamente con la Realidad que hace soportable este mundo. Parece una contradicción, pero no lo es.

 

También soy consciente de que el sendero elegido no es el más popular de entre los que podía haber transitado.  Que la Naturaleza “a secas” me conmueva más que un beso robado entre amantes bajo la luz de la luna, y que en los haikus que van saliendo a través de lo que siento, el ser humano y sus “cosas”, sea algo tan importante o menos que un insecto, no llega a calar en un mundo enfermo de antropocentrismo. No puedo obviar la necesidad vital y urgente de volver a la Naturaleza a través del Amor y del Respeto, y eso solo ocurre cuando se Conoce. Y se Conoce cuando lo haces desde la Humildad, vaciándote de ideas preconcebidas, y te vuelves Humilde cuando te Revelas contra todo aquello que por ser hombre o mujer, te entroniza ante otros seres de cualquier condición y a los que sometes a vasallaje. Es una concatenación de decisiones que marcan un estilo de afrontar la existencia y que te sitúan sin lugar a dudas, en un espacio muy concreto en el que cabe lo justamente necesario. Lo demás sobra, chirría y contamina. Y esto es lo que, justamente,  aparece como una evidencia cuando se peregrina por el Haiku-dô y te ciñes al minimalismo de sus versos, tanto en el fondo como en la forma.

 

Confieso que no puedo evitar sentir cierta desazón cuando leo poemas que sus autores denominan haiku y que por la posición de cierto privilegio que poseen en el mundo editorial, colocan con una facilidad pasmosa en los circuitos literarios, desvirtuando su esencia. Esta intromisión, seguro que sin mala intención pero que denota una cierta arrogancia,  adultera el haimi, ese sabor a haiku, y engaña al que se inicia porque tapona la Realidad y a cambio ofrece una pseudo-emoción banal y frívola que nada tiene que ver con el haiku. Desde concursos hasta entidades públicas, editores y poetas,  se atreven a usar el nombre del haiku para cualquier “cosa” que se ciña a la forma de sobra conocida, despreciando el imprescindible fondo que hace de un terceto un haiku. Y de nada sirve que personas altamente cualificadas, reconocidas y formadas, argumenten de manera indiscutible qué es haiku y qué no. En seguida se les tacha de ortodoxos e involucionistas y hasta ahí llega la discusión. Además esgrimen como bandera de su cruzada el que en Japón se publican “haikus” como los que ellos proponen. Y es cierto, pero que en Japón se publiquen no quiere decir nada, o puede que quiera decirlo todo. Y sobre este tema han hablado hasta la extenuación personas altamente capacitadas, como el profesor Vicente Haya que lo conoce de primerísima mano desde hace muchos años. Sus opiniones y argumentos ahí están para el que verdaderamente esté interesado en el Haiku-dô con lo que implica de renuncia y de revisión personal.

 

Y en cierta manera, les comprendo, no es una propuesta fácil… Los sentimientos esclavizan, la ciudad atrapa y mantiene a sus prisioneros en una especie de espejismo cultural, muy dinámico, pero que desde mi punto de vista se aleja de lo que es la esencia y el tempo del haiku. Y lo siento mucho por la imperdonable pérdida de oportunidades para aquellos poetas que no las aprovechan para dar un quiebro, para abrir paso e incorporarse, desde su posición, a una forma más honesta de utilizar la palabra haiku. Sobre todo por lo que significa en momentos en los que la Tierra, la Naturaleza y por ende la Humanidad, están casi en modo de no retorno. Cuando sale un nuevo libro de falso haiku, cuando veo un proyecto que no sabe ni de lo que está hablando o que intencionadamente sesga una información crucial por una cuestión de gusto personal, o un concurso de haiku que premia tercetos, senryus o zappai como si lo fueran, se me parte el alma y pienso: Otra cortina de humo, otra oportunidad desperdiciada y un gran paso atrás para muchos. Porque aunque sea desde la no intención, están quebrantando un pacto y haciendo mucho más daño del que son conscientes.

 

Por eso me atrevo a decir a quien quiera escuchar: ¡descúbrelo sin miedo!¡osa borrarte y desaparecer para dejar espacio a esas criaturas que con nuestra arrogancia desplazamos! ¡Conecta de nuevo con la riqueza que ofrece el bosque, el mar, el cielo antes de que sea demasiado tarde!¡No permitas que a través del olvido de los nombres de  plantas, de aves o insectos, vayan desapareciendo de la memoria y dejen de existir!¡ Y déjate morir como autor de tus haikus,  con la misma elegancia que se apodera de las hojas en el otoño!

 

 

El haiku es un espacio vibrante en el que se manifiestan instantes sagrados de Vida en estado puro, sin pretensiones, sin competitividad, sin anhelos imposibles, sin nada que sobre ni falte, porque hasta el zumbido del mosquito en una noche de verano, es perfecto, es sagrado por mucho que nos fastidie. Y no me arrepiento por haber arriesgado a seguir mi intuición. No tengo más intención que transmitir lo que siento por si a alguien sirve de algo. Porque una vez superado el repecho, cuando ya sientes que caminas con menos esfuerzo, cuando percibes sutilmente que hay algo nuevo que se ha incorporado a tu ser, los motivos de aquel primer paso se desvanecen, y compruebas que tras cada recodo hay un regalo que insufla vida al alma y que a su vez, alimenta al Espíritu que nos une, en un acto de generosa reciprocidad, anclándote a la tierra, a la Realidad que ahora ya no resulta amenazadora.

 

Afortunadamente hay una corriente subterránea imparable de personas, instituciones, talleres en la red, editores y poetas que han captado este “sentir el haiku” y que apuestan por él desde hace mucho tiempo y a pesar de las dificultades. Mis gracias infinitas por este impagable acto de fe.

 

El Haiku-dô es un sendero hacia el Silencio interior, y el haijin que lo transita desde el respeto, el testigo fiel y transmisor, mal que pese, de lo que ante él se manifiesta. No porque sea un elegido de los dioses, sino porque ha elegido libremente un sendero efímero entre las dunas.

 

Mercedes Pérez kotori 2019

 

 

 

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