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lunes, 25 de abril de 2016
viernes, 22 de abril de 2016
EL HAIKU Y LOS HAIJINES. MÁS ALLÁ DE FRONTERAS MENTALES.
EL HAIKU Y LOS HAIJINES. MÁS ALLÁ DE FRONTERAS MENTALES.
Hace algunos años, por motivos de trabajo, tuve contacto con
el mundo flamenco y allí pude observar como “algunos expertos” se empeñaban en
separar, clasificar, en definitiva diseñar casi de una manera reduccionista, lo
que no podían comprender ya que escapa a su lógica. ¡¿Cómo alguien que no había mamado de pechos flamencos osaba decir que sentía el cante como propio?! ¡Sacrilegio!.
Sentían que llegaban intrusos y lo entiendo. De alguna manera su razón de ser perdía sentido al desdibujarse aparentemente los pilares en los que se sustentaba su poder controlador sobre lo que es y debiera de ser. Y sobre todo, sobre el decidir quiénes poseían bajo su criterio, el don divino que los distinguía.
No sé bien si con el propósito digno y loable de contribuir a la polémica constructiva o por una frustración personal al ser incapaces de Sentir lo que otras personas sienten de forma espontánea, el caso es que todo aquel que no provenía de su “tribu” era cuestionado con crueldad y juzgado con mucha más dureza por tener la osadía de invadir territorio comanche, por mucho arte que tuviera. Y argumentos tenían todos los del mundo y también los del inframundo.
Sentían que llegaban intrusos y lo entiendo. De alguna manera su razón de ser perdía sentido al desdibujarse aparentemente los pilares en los que se sustentaba su poder controlador sobre lo que es y debiera de ser. Y sobre todo, sobre el decidir quiénes poseían bajo su criterio, el don divino que los distinguía.
No sé bien si con el propósito digno y loable de contribuir a la polémica constructiva o por una frustración personal al ser incapaces de Sentir lo que otras personas sienten de forma espontánea, el caso es que todo aquel que no provenía de su “tribu” era cuestionado con crueldad y juzgado con mucha más dureza por tener la osadía de invadir territorio comanche, por mucho arte que tuviera. Y argumentos tenían todos los del mundo y también los del inframundo.
A día de hoy tengo otra sensación. Veo con gusto que en
algunos aspectos las fronteras se han disuelto y no hablo de esa globalización que ha manipulado la economía a
favor de los poderosos. Hablo de otra cosa.
El Hombre ha llegado a un momento de su historia en que, con las características peculiares que le
distingue, es capaz de incorporar con éxito aspectos enriquecedores de otras
culturas que han profundizado en el Ser. Y no de una forma minoritaria como era
hasta hace muy poco.
Esto se ha podido llevar a cabo porque el pensamiento que lo sustenta no lo hace sólo desde la cuadrícula encasilladora de la razón, sino desde un prisma holístico, abierto a conectarse, a unirse con algo que engrandece al humano y que puede significar la disolución definitiva del miedo que produce lo desconocido y de paso, de sus fatales consecuencias para la humanidad.
Esto se ha podido llevar a cabo porque el pensamiento que lo sustenta no lo hace sólo desde la cuadrícula encasilladora de la razón, sino desde un prisma holístico, abierto a conectarse, a unirse con algo que engrandece al humano y que puede significar la disolución definitiva del miedo que produce lo desconocido y de paso, de sus fatales consecuencias para la humanidad.
Mente- corazón en armonía al servicio del conocimiento y la experimentación.
Puede que el Saber sea el motor, pero no el fin por el que muchos humanos libres
de prejuicios apuestan por diversos caminos para llegar a Ser.
De ahí que me satisfaga el ver cómo la meditación, las artes marciales, el
bonsái, el ikebana, el haiku, el flamenco, el jazz, el yoga y un larguísimo y maravilloso etc. estén compuestos
por seres humanos de cualquier condición, raza o nacionalidad que han conectado
profundamente con la esencia y la sensibilidad que lo sustenta y que no son
propiedad privada de nadie aunque hayan velado por ellas como auténticos
guardianes a través de los tiempos. Es la universalización real del patrimonio evolutivo humano.
Única condición para incorporarse al camino
(inherente a la conciencia evolucionada): el respeto.
Ejemplos hay muchos, unos más conocidos que otros por
aquello de la fama y con resultados bien diferentes, pero sin duda los hay independientemente del
lugar donde han nacido. Es una obviedad decir que el haber nacido en Andalucía,
no garantiza el saber tocar la guitarra con virtuosismo, ni siquiera garantiza
el que tengas entre tus manos una guitarra en esta reencarnación. Cierto es que
es más fácil, socio-culturalmente hablando, el acceso a esas fuentes (por
aquello de la mayor probabilidad de que un vecino se arranque por bulerías en
el Albaicín que en Oklahoma) aunque ahora, con esa disolución de fronteras, ya
no es tan así.
El flamenco no es para entender sino para sentir. Podemos expresar nuestros sentimientos que se esconden en el hondo de nuestro corazón. Por eso, el mundo del flamenco es un lugar muy especial para nosotros, un lugar donde podemos sentirnos libres para expresar nuestros sentimientos. Esa es una de las claves de por qué nos atrae tanto.
Los corazones sensibles y respetuosos, preparados para
romperse de pura emoción una y otra vez, son los que acceden sin temor a
emprender este viaje, más allá de los idiomas, más allá de las palabras, más
allá de las fronteras. Así que escucha lo que tu corazón tiene que decirte y no
dejes que la razón censure tus anhelos con pensamientos castrantes e
invalidantes. Conecta sin miedo.
El haiku se siente o no se siente. Y si no lo sientes, no te empeñes en forzar a tu corazón. Lo mismo tiene otra vocación tan digna y gratificante como puede ser el haiku.
El haiku se siente o no se siente. Y si no lo sientes, no te empeñes en forzar a tu corazón. Lo mismo tiene otra vocación tan digna y gratificante como puede ser el haiku.
Mercedes Pérez, kotori, haijin por elección libre y voluntaria. Aquí y ahora.
miércoles, 20 de abril de 2016
AMOR Y POLÍTICA de José Aristizábal García.
El abrazo de Juan Genovés
No he podido resistirme a compartir con vosotros algo que en
principio os puede chocar, pero que está totalmente relacionado con una forma
de concebir el mundo que tiene mucho que ver con el haiku o por lo menos con el
haiku tal y como yo lo vivo.
Este libro ha llegado a mis manos hace unos días a través de
un gran amigo comprometido hasta la médula con el activismo social. No creo en
las casualidades y menos viniendo de un libro, así que os lo recomiendo
encarecidamente. Es de una oportunidad que emociona, así que si podéis haceros
con èl, no lo dudéis.
AMOR Y POLÍTICA de José Aristizábal G.
Editorial Libro del Dos de Bastos
ISBN: 978-958-8592-36-7
Bogotá, Colombia abril de 2015
Introducción:
El mundo vive una crisis sistémica: las globalizaciones de
las finanzas, la guerra y el crimen transnacional han precipitado tormentas
económicas, desastres sociales, hecatombes humanitarias y el calentamiento global,
también, una quiebra en los paradigmas de valores y las formas de pensar. Pero
de ese caos están emergiendo transformaciones profundas y por ello se habla de
un cambio de época y de una larga transición. Algunas de esas mutaciones son
radicales y vertiginosas, principalmente las que se presentan en las ciencias y
las tecnologías. Es asombroso el ritmo en ell que ocurren los nuevos hallazgos
en el conocimiento del universo, la microfísica, la biología, la genómica, la
informática, las comunicaciones o la energía. Ya estamos en la tercera revolución
industrial. Y esas transformaciones también se están produciendo en las formas
de vida de la gente y de los movimientos sociales.
Después del hito de mayo de 1968, del alzamiento de Chiapas,
del Caracazo y de los campanazos de Seatle en 1999 por otra globalización, se
han desatado grandes turbulencias, sublevaciones o insurrecciones locales en
América Latina, el mundo árabe y el sur de Europa. Los diversos feminismos, el ecologismo,
las mingas indígenas, las plazas de los indignados, el 15M y las revueltas de
Grecia, Turquía y Brasil marcan rupturas y saltos importante. También en
Colombia transitamos ahora de un viejo conflicto armado de 50 años, a la posibilidad
de una emergencia de la paz.
En medio de esta profusión de cambios y rupturas, de un
mundo que se hunde y otro que aparece ¿qué pasa con la política? Resulta una
obviedad y expresa muy poco decir que ella vive una crisis, que es profunda, o irreversible;
quizás sea mejor hablar de su degradación y suplantación, que los mercados la
han secuestrado y estrangulado, igual que lo ha hecho la guerra y el estado de
excepción. Ella involuciona anclada y restaurada en las más arcaicas concepciones del poder,
la soberanía, el , el patriarcalismo y la racionalidad instrumental.
Pero al tiempo que la política retrocede en esa deriva hacia
su degradación, la biología, la neurociencia, las ciencias cognitivas, la
sicología, la medicina, la enfermería, la ecología otorgan una importancia cada
vez mayor a la empatía, la cooperación, la sociabilidad, las emociones y la vida
en armonía con la naturaleza. Y en la misma política se reconoce que los
valores del compañerismo, la camaradería, la ayuda mutua, la solidaridad, la fraternidad, el activismo, la defensa de lo
que es común y la pasión por las luchas sociales o políticas son grados distintos
del afecto.
Y por este camino, avanzando en la instigación, encontramos
que la cooperación, la asociación, y la
empatía nos vienen de la evolución de la vida que, con el advenimiento de lo
humano, se han transmutado en el amor. Que el amores está en potencia en cada
ser humano y llegamos a otra visión del
amor, a las gigantescas energías que él es capaz de desatar, y a las relaciones
y desencuentros que han existido entre amor y política.
El propósito de este libro es argumentar las tesis sobre el
amor como la riqueza más grande de lo humano, como la potencia más
transformadora que existe, capaz de convertirse en una fuerza espiritual y
material, es mostrarlo en cuanto la energía emancipatoria más poderos y por
ello mismo, uno de los fundamentos de la política.
El amor del que aquí hablamos no es el amor romántico de las
parejas, idealizado y puesto al servicio del patriarcado y el capitalismo; no
es el romance mercantilizado para el consumo y va más allá del amor a los seres
humanos. Aquí tratamos de recoger el conjunto de lo que llamamos la constelación del amor, que abarca
desde Eros a ágape, hasta Gaia, la Madre Tierra, pasando por la amistad, el
amor a las demás personas, al sí mismo, a la vida y a la sabiduría. Esta visión
más amplia es la que permite recuperar la unidad entre afectos e inteligencia,
sensualidad y razón, pasión política y sabiduría, amor y conciencia, es decir, recuperar
la hermosa completud humana de seres sentipensantes con una racionalidad sensual.
Y, por este camino, llegar al amor
consciente o conciencia amorosa, al amor político o amor emancipatorio.
El amor son vínculos de afecto y reciprocidad entre las personas,
donde cada quien es un fin en sí mismo, otro legítimo en la convivencia con
uno. Si el poder, el capital y el Estado son relaciones sociales alienadas o
deshumanizados que convierten a las personas en medios o mercancías, el amor es
que puede desalienar esas relaciones y volverlas a transformar en vínculos
entre personas; es el que nos reconcilia con la naturaleza, con la vida, con
los otros, las otras y a cada uno consigo mismo.
El amor es el mayor creador de redes y energías porque es el
calor, alegría, lo que une, lo que atrae; es la unidad de Eros y el ágape, que
vencen la indiferencia, el miedo, la guerra y la violencia; ninguna otra idea o
emoción tiene más fuerza para unir y expandir. La revolución es un acto de
amor. Y el amor es el verdadero motor de las insurrecciones.
Sin embargo, ninguna política plantea una conexión con el
amor, ni lo incluye en sus principios o programas. Aunque día a día las
distintas manifestaciones del amor desempeñan un papel tan importante en nuestras
vidas, tampoco la llamada ciencia política tiene un lugar para el amor. ¿Por
qué ese abismo entre amor y política¿ ¿A qué se debe semejante divorcio, si la
emancipación política nace del amor a los demás y a la humanidad, si la
autonomía surge del amor al sí mismo, si la conciencia de la realidad requiere
del amor al conocimiento y la auténtica fraternidad política es la que brota
del amor?
Eso puede entenderse si analizamos las políticas existentes
hasta ahora: políticas del patriarcalismo y la androcracia, de una mitad de la
humanidad que, para excluir a la otra, ha negado y subordinado al amor;
políticas del antropocentrismo que, con el argumento de la supremacía del ser
humano, pretenden un dominio ilimitado sobre la naturaleza y niegan el amor a
la vida; políticas de la soberanía centradas en la defensa del Estado que se
basan en el paradigma del homo homini
lupus, es decir, en la violencia, la supuesta guerra de todos contra todos; políticas de la racionalidad instrumental:
de la tiranía de la razón de las emociones y la sensualidad que, en aras de la
objetividad, expulsa al amor y a los sentimientos del mundo de la ciencia. Han sido políticas
tributarias de la dominación y la violencia
que, siempre enemigas del amor, han establecido rupturas y jerarquía entre la
razón y sentimientos, facultades superiores e inferiores, conciencia y amor, mente
y cuerpo, hombres y mujeres.
Para cambiar el mundo y cambiarnos a nosotros mismos se
requieren unas energías gigantescas. Y éstas se encuentran en el amor, cuyas
semillas están en cada uno de nosotros. El amor a sí mismo unido a la pasión
por el conocimiento es la fuerza que más puede producir cambios en la
conciencia y la subjetividad. El amor a la vida y a la Tierra nos ayuda a
recuperar la armonía con la naturaleza, a reconectarnos con la vida, esto es, a
tomar conciencia de la biosfera y superar la crisis ecológica que destruye los
ecosistemas y recalienta el planeta. El amor a las otras y los otros es lo que
nos puede mover a reconocernos, aceptarnos y reconciliarnos, ajuntarnos para
enfrentar las crisis humanitarias producidas por las guerras y la crisis social
que nos condena al desempleo, la pobreza y el escándalo del hambre. Los sentimientos
de afecto y solidaridad con una humanidad subyugada por el trabajo enajenado,
unidos a la autoorganización, la autogestión y la autonomía son fuerzas que nos
movilizan para romper con el capital Y EL Estado. Y para vencer al patriarcado
y la androcracia necesitamos la revolución de las mujeres, pero también una
reforma de la masculinidad que mueva a los varones a liberar el amor, la sensibilidad
y los sentimientos reprimidos en su interior.
Si las anteriores consideraciones tienen validez, entonces
la política debe incluir los afectos políticos y el amor dentro de sus temas
principales. La emoción del amor unida a la conciencia es lo que más puede
hacer brotar vínculos comunitarios, vínculos fuertes entre las personas, tan
indispensables para cambiar el mundo. El amor consciente nos produce alegría en
la resit3encia, nos hace recordar a los que sufren, los que tienen hambre, lo
que luchan en otras partes y nos dice
que no bastacon nuestra pequeña lucha o nuestro colectivo; que es necesario ampliar
la autonomía, que la vida siempre es devenir, que todo aquí y ahora se puede
transformar y siempre puede haber un nuevo comienzo que no sea más de lo mismo.
El amor es el eje vertebrador de este libro; pero antes de
llegar a él, con la finalidad de encontrar las raíces más profundas de sus
potencialidades y dilucdar luego su relación con la política, es necesario
dedicar los primeros capítulos a ahablar de las iquezas de la vida y las
riquezas de lo humano.
Arrancamos de la vida porque allí están nuestros orígenes y
si no la valoramos, difícilmente podremos valorar lo humano. La actual desvalorización
de la vida humana y la vida en general es correlativa con que los únicos
valores que valorizan sean los que se cotizan en la Bolsa. Mitos, ideologías y
grandes intereses económicos han apartado al ser humano de la naturaleza y
depositado una gruesa capa de prejuicios y sofismas sobre nuestra conciencia
que nos impide apreciar la belleza y la sabiduría de la vida, lo que ella significa.
Acostumbrados a usarla como un reglo antele cual no tenemos ninguna
responsabilidad y a ver cómo se elimina, igual que cualquier objeto o
mercancía, henos perdido el respeto y la capacidad de asombro ante ella.
Engreídos con nuestras tecnología, no nos maravillamos por
ese portentoso complejo industrial que es la célula, inventada y reinventada
todos los días desde hace más de tres millones de años. Tampoco valoramos sus
riquezas, como su autopoiesis o
capacidad de autocreación o autoproducción, su creatividad, su sostenibilidad.
Jamás ninguna otra civilización había negado tanto la vida
como ésta. Si el pensamiento político y las ciencias contemporáneas no superan estas
separaciones entre cultura y vida, ser humano y naturaleza y restablecen su unidad,
no podrán frenar las fatales consecuencias de esa negación. No cabe política
que pueda proteger o salvaguardar lo humanos si no se posiciona de una manera
radical en la defensa de la vida.
Y la defensa de la vida nos vuelve al amor, pues es del amor
y su potencia de donde pueden surgir políticas para la vida que enfrenten y
derroten las políticas de la muerte. Así, esta amor político o emancipatorio
que propones y argumentamos aquí, también está conectado con la vida.
domingo, 17 de abril de 2016
miércoles, 6 de abril de 2016
CHARLA SOBRE HAIKU EN LA FUNDACIÓN JOSÉ HIERRO CON MOTIVO DE LA PRESENTACIÓN DE "SIN OTRA LUZ"
CHARLA PRESENTACIÓN DE “SIN OTRA
LUZ” EN LA FUNDACIÓN CENTRO DE POESÍA JOSE HIERRO
Buenas noches… Ante
todo, quisiera agradecer en mi nombre , Mercedes y en el de mis compañeros,
Manuel Díez Orzas y Félix Arce, la amable invitación de la fundación Centro de Poesía
José Hierro para que estos tres locos haijines, españoles, para mayor inri,
vengan ante Vds. a hablarles de algo tan inmensamente pequeño como es el haiku.
Hay que estar un
poco locos sí, para aventurarse por un camino aparentemente ajeno a nuestra cultura, y también, hay que
ser osados, al intentar reclamar un espacio honorable en occidente para el
haiku japonés, considerado por algunos como algo menor, casi superficial y sin
sustancia.
Puede que este
pensamiento erróneo perdure, entre otras cosas a que una de las características
del Haiku-dô, es la de la humildad.Los haijines que
hacen del haiku una forma de vida, de ser y estar en el mundo, no han puesto
mucho empeño en defender nada, porque han creído que lo que es auténtico,
“makoto”, permanecería a salvo preservando por sí mismo el sentido que lo
origina, y puede que sea cierto o puede que no….
A grandes rasgos,
porque por supuesto hay hermosas excepciones, la dinámica insana de un tipo de
sociedad de dudosos valores, está adquiriendo tal velocidad y lo hace además
con tal fuerza que lo mismo ha llegado el momento de salir del refugio y
comenzar a levantar pequeños diques que defiendan al haiku de la riada de la
frivolidad o de la superficialidad. Porque hoy, más que nunca, se corre el
riesgo de banalizar el haiku -como se banalizan tantas cosas- y que se
convierta en un producto de consumo rápido…
En una sociedad como
ésta en la que vivimos, que no profundiza en casi nada -tan alejada de los
valores en los que el haiku se inspira,- una sociedad rebosante de
contaminación, stress, competitividad, tv. basura, consumo desmesurado,
materialismo a ultranza, corrupción, insolidaridad… en un mundo así, el haiku,
lo tiene crudo porque no mira precisamente hacia ese lado, más bien al
contrario.
El haiku nace de la
contemplación de la Naturaleza y del ser humano en relación directa y armoniosa
con ella. Y en este sentido, este haiku que es el que a nosotros nos conmueve, resulta terriblemente
revolucionario. Es como el micro chip de un arma secreta DE REGENERACIÓN MASIVA
que guarda entre sus diecisiete sílabas o sonidos la información de lo que Es,
de la Vida….
Bromas aparte, cuando uno inicia este camino
con algo más que las meras ganas de experimentar con la aparente facilidad que
supone el escribir haiku, como es lógico pensar: “ nada, tres versitos que ni
tienen que rimar, ni nada, esto no tiene más misterio” , y efectivamente, los
hay que se han puesto a ello escribiendo algunas estrofas que en la forma se
asemejan al haiku, pero que ahí se han quedado, atrapados en la forma,-
curiosamente, quizás la característica
más prescindible del haiku-.
Pues como íbamos
diciendo: cuando alguien se acerca a mirar y ve más allá de la forma que se la
ha dado en occidente con el archiconocido “5-7-5”, se encuentra con sorpresas.
En el libro “El
espacio interior del haiku” editado por
Shinde -libro que recomendamos encarecidamente- su autor Vicente Haya escribe
lo siguiente:
Cuando
uno por primera vez en su vida se encuentra con haiku japonés, no da crédito a
lo que lee. El haiku que ahora citamos podría ser un típico ejemplo:
(Haku-un)
Shika
no ashi
yoromeki
hososhi
kusamomiji
Las
patas delgadas del ciervo
dan
un traspiés
La
hierba roja de otoño
…Un
ciervo que da un traspiés en la hierba….Y, ante eso, surge inevitable la
pregunta del lector occidental profano en la materia: “Realmente, ¿tiene esto
importancia como para escribir un poema?”.
Para
el alma japonesa está claro: si un traspiés de un ciervo de patas delgadas no
tuviera importancia, la realidad misma se desplomaría. No habría nada capaz de
resistir la eliminación de un instante que ya hubiera sucedido; la puesta del
sol, la presencia luminosa de la luna en el cielo estrellado, la llegada de la
primavera, la nieve cubriendo los campos…, todo se desharía como polvo al
viento si un traspiés de un ciervo fuera algo indiferente. El poeta japonés
sabe, aunque no lo formule, que cualquier cosa importa porque pertenece al
todo, a la realidad que no puede ser si no como es. La realidad va siendo
formada por lo que sucede, y lo que sucede es el resultado de los seres, con
sus características naturalezas. Atender a estas naturalezas es el único rito
que se nos pide en nuestro camino de “realización”, de transformación de
nosotros mismos en la realidad que nos asombra.
Para comenzar a
“intentar” escribir haiku,- como bien apunta Jose María Bermejo en su prólogo
de “Instantes”- has de acercarte a él con la misma actitud que Sen no
Rikyû exigía para la Ceremonia de Té :
Con wa, armonía, kei, respeto, sei,
pureza y
jaku, quietud.
Casi
nada… ¿verdad?
Inmediatamente,
caerás en la cuenta que escribir haiku no es tan fácil, porque el haiku- dô, te
exige como primer paso, desprenderte de toda adherencia cultural y de todo ego
y eso, amigos y amigas, es un gran reto.
Dile a tu mente, es
decir, dite a ti mismo, que tú no vales nada para el haiku o que vales tanto
menos que un piojo.
Que tus sentimientos
humanos como el amor, el desamor, el odio, las pasiones, no tienen cabida en
él.
Que has de
convertirte en un tubo hueco, en una caja de resonancia en la que se
interpretará una melodía que no has escrito porque simplemente eres testigo de
lo que acontece y tu única responsabilidad es estar afinado para que la melodía
suene lo mejor posible.
Al mismo tiempo,
disponte a adiestrar los sentidos, (no los sentimientos que de eso sabemos
mucho en occidente). Unos sentidos adormecidos por una cultura en la que prima
lo mental, (el hemisferio izquierdo hiperactivo) y mientras haces todo ésto,
pon en marcha el mecanismo que conecte tu mente y tu corazón.
Simbólicamente has de defenestrarte para armonizar tu ser y
volver a integrarte en el Todo, dejando de estar separado por una mente que te
sitúa, por el hecho de ser un humano, en una posición de privilegio sobre la
Naturaleza, distanciándote prepotentemente de todos los demás seres que la
habitan.
Una vez
destruidos y aniquilados todos nuestros
apoyos, todo lo que el intelecto fue creando a lo largo de nuestra
existencia…¿en que nos hemos convertido? probablemente, en algo parecido a un
niño… o al menos, eso sería lo ideal.
Mirar por el pequeño
agujerito que es el haiku con la inocencia con la que los niños se acercan a
las cosas, es como mirar a través del ojo de una cerradura. De pronto, tras
aquella puerta que tan sólo deja pasar algo de luz por la oquedad en la que
encaja una llave, tu mirada, tu sentir se focaliza en lo que parece perdido en
una inmensidad de estímulos. Un mundo rico en sensaciones, vivo, cambiante,
luminoso, sucede ante nosotros y seremos testigos del regalo de lo que
acontece, el milagro de la vida y la muerte, de lo bello y lo efímero y por qué
no, también de lo triste, lo feo, lo descompuesto, lo que se acaba.
Cualquier suceso
tiene derecho a habitar en el haiku. No todo son pétalos de cerezo…
En
el siglo XVII, Tohô, uno de los discípulos de Bashô subraya que ”el haiku fija en un instante dado las cosas
que se mueren, antes de que se extingan en el espíritu…”
El haiku, no es
literatura; no es una exhibición poética, aunque sea una estrofa que pretende
captar los asombros humanos haciéndose con esos instantes de un modo próximo a lo poético, ya que promueve en
el ánimo, tanto en el propio como en el ajeno, una conmoción profunda e
intensa.
Por ello, por no ser
literatura, no debe contener figuras literarias ni palabras rebuscadas o
elegantes…
Si las palabras que
se usan en el haiku son pretenciosas o
demasiado cultas, el propio autor toma disimuladamente el protagonismo del
haiku constituyéndose en el objeto del poema, hablándonos de las bellezas
literarias que es capaz de manejar con destreza y apagando con ello, el brillo
del mundo, que es el objeto real del haiku
El haijin debe
hablarnos de lo que ocurre ante él, pero no desde la imaginación ni la
abstracción.
El haiku no es una
elaboración arquitectónica de la mente humana… El haiku como dice V. Haya, “sólo
pretende plasmar la esencia tal y como es para transmitir así un misterio sin
tener que explicarlo”.
Por lo tanto, para
nosotros tres, el haiku es parte de un adiestramiento espiritual que nos invita
a desaparecer voluntariamente, dentro de un maravilloso mundo preñado de
asombros, y de esa manera “intentar”
armonizarnos con él.
Y ha sido en este
camino del haiku donde hemos coincidido y por lo menos hasta ahora, si nadie lo
remedia, seguimos caminando juntos, unidos por un mismo sentir del haiku...
porque seguimos dando pasos y seguramente, más de un traspié.
El camino del haiku,
afortunadamente, no tiene una meta de llegada, la meta, es el caminar.
Hoy queremos
presentarles un libro, SIN OTRA LUZ, que se ha abierto paso al mundo, gracias a
la enorme paciencia de selección que V. Haya tuvo a bien hacer de entre unos
mil haikus o más que juntamos entre los tres.
En el año 2009 y a
través de un curso que dio en su blog El Alma del Haiku, la fortuna quiso
unirnos en un viaje a Japón que realizamos en marzo de 2010 y que marcó un
antes y un después en nuestro camino.
Desde entonces,
nuestros pasos van dirigidos a trabajar y difundir el haiku tal y como nos lo
ha enseñado a nosotros nuestro maestro Vicente Haya.
Para los profanos del
mundo del haiku, tenemos que decir que V. Haya, es Doctor en Filosofía Pura por
la universidad de Sevilla y uno de los más destacados estudiosos y traductores
contemporáneos de la literatura japonesa. Es alumno directo de Reiji Nagakawa.
Entre sus ensayos como niponólogo especializado en el género poético del haiku
destacan “El corazón del haiku. La expresión de lo sagrado”, “El espacio
interior del haiku”, o “El haiku –dô”. Además es traductor del original de
más de un millar de haikus, siendo en la
actualidad el máximo especialista de nuestro país en poesía japonés.
Y ahora, con su
permiso, cedo la palabra a mis compañeros para que relaten su experiencia
personal en torno al haiku. Tras sus intervenciones, recitaremos unos haikus del libro Sin otra luz y a
continuación atenderemos gustosos y en la medida de nuestras posibilidades a
sus preguntas, si es que hay alguna.
Gracias por su
asistencia.
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