Quiero compartir con todos vosotros y vosotras algo que un día, no hace mucho, brotó de forma espontánea de mi corazón. El viaje que hice a Japón ha sido un final de etapa del camino que inicié en compañía de todos los que en algún momento decidieron compartir sus haiku ya sea en los foros, o en sus publicaciones y a ellos y ellas les debo lo que he aprendido independientemente del resultado. Creo que os comenté que os llevaríamos con nosotros, en nuestro corazón, porque formamos parte de un cuerpo indisoluble que se llama haiku y no eran palabras vacías. Por eso creo que no podíais dejar de estar presentes, aunque sea de manera simbólica en el resultado de nuestro viaje. Aquí os dejo estas Palabras , llenas de agradecimiento....
PALABRAS
Dicen que el haiku es silencio y dicen bien. Dicen también, que el haijin ha de desaparecer del haiku y sólo ser testigo; testigo de lo que en ese momento acontece dentro y fuera de su corazón, para luego contarlo y… es verdad.
Cuando uno se mete en esta especie de sana locura que es el haiku, no alcanza a entender la profundidad del viaje que está a punto de iniciar.
Ahora, recorrido un trecho de este camino que nos une, sólo siento que quiero agradecer a esos haijines que, aun a riesgo de ser criticados o ignorados, se armaron de valor para compartir lo que les asombró, devolviendo al mundo, en forma de haiku, el regalo que habían recibido. Esos instantes que de pronto se convierten en eternidad o, mejor dicho, que revelan la eternidad porque la contienen y la guardan como un tesoro de puro silencio para ser proclamado.
No voy a nombrar a nadie en especial. No hace falta porque sé que es inevitable que cada vez que veamos la Vía Láctea, nos olerá a haiku con leche materna. Que cuando nos calcemos unas esparteñas, sentiremos lo que pesan y que cuando al atardecer se cierre la flor de la calabaza, se nos encogerá un poquito el corazón y miraremos al cielo haciendo un guiño de complicidad a una nube con forma de mantalgorri. Que al desatarnos los cordones de nuestros zapatos y encontrar una espiguilla en ellos, sentiremos como arrecia el viento en el chorrillo del caño y que la niebla, al empapar nuestra ropa, olerá a naranjas.
Sé, sin dudarlo, que cuando veamos un perro sin dueño, sentiremos que ya están por caer las hojas rojas de los arces, y al beber de la fuente, esa de la que todo mana, seremos testigos fieles de que el agua sabe a lápiz de la niñez.
Que al ver una mantis nos rechinaran los dientes por el sonido de la cancela que tan sólo se abre de vez en cuando y que deja pasar entre sus barrotes cenizas con olor a romero.
Que las flores de las bodas, los pétalos de las fiestas, se esparcen para ser pisados y aún así nos otorgan su olor y nos estremeceremos, como la hiedra de la que brotan gorriones, con su aroma de flor consagrada, o temblaremos haciéndonos uno con ese alamillo que tiembla al sentir el hacha.
Que el musgo, será nuestra particular brújula y nos indicará el Norte estemos donde estemos. Que sin saber por qué siempre nos asombrará ese alguien invisible que apila leña al borde del camino o a las orillas de los ríos, como una ofrenda a la luna. Que las higueras olerán mejor si vas montando en bicicleta y sonreiremos al ver asomar las orejas de un burro detrás de una valla porque ya las habíamos “visto” antes, junto a esa lluvia que sacará irremediablemente todos los marrones a la tierra manchega y que el viento, ese que no cesa, se encargará de volver a apagar.
Que al enderezar el paisaje del salón tras el portazo, sentiremos que los haiku se escapan del bosque y se pasean también por la ciudad para las almas sensibles, para el místico que no entiende de limitaciones, que no encuentra habitación en una ciudad extraña y que está dispuesto a recibirles y conmoverse a pesar de la fría lluvia que todo lo empapa, atreviéndose a mirar una ardilla atropellada al lado de un semáforo para luego, contárnoslo…. y tantos y tantos momentos de lunas, sensaciones, musgo, pétalos, nieves, lluvias, flores, pájaros, insectos que devoran alhelíes, ¡tantos! que sería interminable.
Yo, a todos vosotros y vosotras, os agradezco estos instantes en el que el peso del mundo desapareció y se convirtió en aroma de espliego.
Mercedes Pérez (Kotori)
6 comentarios:
He tenido el privilegio de escucharte, de mirarte, y de permitir que tu voz llegue donde ya estaba antes de escucharte: a mi corazón. He dejado que mis lágrimas fluyan, era un modo de permitirme darles cabida para siempre a tus sentidas palabras. Gracias infinitas, Mercedes, por ser alguien en quien es una honra reconocerse. Un recuerdo a Luis. Adriana (Indhira)
Adriana... ésto es la magia del haiku, ésto es lo que al final, merece la pena, el contactar con vosotros y poder mirarnos a los ojos para dejar que hablen.
Me has emocionado y te agradezco lo que dices. Lo que me honra sois vosotros, los que pudisteis acercaros a acompañarnos y los que se acercaron con la intención, que eso también cuenta.
Un abrazo fuerte y de nuevo gracias por tu compañía,
Con cariño, Mercedes (Kotori)
Mi querida Merce:
El agradecimiento es mutuo, pues nos has servido siempre estas pequeñas "delicatessen" que son tus Haikus, aderezados con tus maravillosas fotos... He recorrido el camino contigo y he vibrado con todos los sentimientos transmitidos...
La próxima vez que mire la Vía Láctea, intentaré percibir ese denso y entrañable aroma a leche materna que desprenden los benditos Haikus...y a "ese alguien invisible que apila leña al borde del camino o a las orillas de los ríos, como una ofrenda a la luna".
Gracias a tí, preciosa amiga.
Muchas gracias, Mercedes, por tus bellas palabras que me han echo vibrar de emoción. Como tu dices, el mundo haiku es tan sutil que a veces, la mayoría, pasa desapercibido, pero cuando se tiene la suerte de entrar en él, quedas atrapado para siempre.
Tú, con tu buen hacer y compartir, eres parte importante de este echo. Así, pues, muchas gracias, Mercedes, por todo ello.Y aunque en la distancia, sigo tus acontecimientos.
Un beso
Mariar
Merce, cada haiku que has recogido es un trocito de vida, pero se estruja mi corazón junto a la calabaza, no puedo guiñarle el ojo a la nube, mis ojos son una nube de lágrimas.
Lo dicho, no existen palabras para agradecer la sensibilidad conque has recopilado tantos y tantos momentos.
Mi abrazo desde el alma y mi cariño de siempre.
Mar... que decirte.. aquí todos poniendo nuestro granito de arena. Soy consciente de la suerte que tenemos de estar vivos y además intentar estar despiertos. si que hemos recorrido mucho juntas y ahí estamos... Me alegro de compartir contigo estos momentos.
Un abrazo linda.
Mariar.. Te eché en falta. Es una penas porque lo pasamos bien, como siempre en Albacete.
Gracias por tu presencia aunque sea en la distancia y por tus ánimos.
Un beso haijin....
Mirta...A mi también me ocurre. Santiago dejó entodos nosotros un poso muy entrañable. No puedo evitar el recordarlo con cariño y más ahora que están las flores de calabaza abiertas en el jardín.
Los haiku, cuando se comparten, dejan de pertenecernos y pasan a ser propiedad espiritual de todos aquellos a los que han conmovido. Es una riqueza que no pesa y que se lleva en el corazón.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
Con cariño, Mercedes
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