viernes, 6 de agosto de 2010

HIROSHIMA Y NAGASAKI. EL TIEMPO SE DETUVO.




El día 9 de agosto de 1945, tres días después del bombardeo atómico de los aliados sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, la ciudad de Nagasaki fué también masacrada, para vergüenza de la humanidad, con otra bomba atómica. Este es mi particular y humilde homenaje a todas las personas inocentes, ajenas a tejemanejes políticos y económicos que murieron en aquel terrible suceso o sufrieron sus consecuencias.




NAGASAKI


LA ZONA CERO

Un día de invierno, poco antes de tener noticia del viaje a Nagasaki, recibí la llamada telefónica de una gran amiga, una chamana sevillana de nacimiento y me contó, como cuentan las cosas los chamanes, que de vuelta a casa, ya de noche , en una carretera secundaria de la Sierra Norte madrileña se había encontrado con un águila muerta en medio del asfalto.
Me sorprendió mucho sobre todo porque hacía nada me había hablado de un sueño chamánico de esos en los que la Planta de poder le habló y había aparecido un águila poderosa que traía sus mensajes de sanación para la Tierra.
Paró en medio de la carretera y alumbrada por los faros de su coche, metió el águila en el asiento trasero.
Me la imagino, porque la conozco, con sus manos juntas a la altura del pecho, inclinando la cabeza ante ese animal totémico que yacía a sus pies y pronunciando palabras sagradas de respeto.
Me contó como pidió permiso al Águila para quedarse con sus plumas y como la enterró en la montaña.
¡Qué cosas! -pensé- La vida es tan curiosa y los acontecimientos que en ella ocurren, ¡tienen tantas lecturas!
Al poco, me llegó la noticia del viaje a Japón concretamente a Nagasaki y lo comentamos. ¡Qué bien! ¡Qué suerte! pero que curioso que sea en Nagasaki, una ciudad que sufrió el horror del bombardeo atómico, una ciudad arrasada, en la que murieron de golpe miles de personas. Una ciudad que ha resurgido de sus cenizas como el Ave Fénix.
Apareció en casa el día antes de partir y me pidió un favor. En sus manos juntas, con las palmas hacia arriba, mirando al cielo, había una pluma del águila y a modo de ofrenda me pidió que la llevara conmigo y que la depositara en algún lugar de Japón.
-¿Pero dónde?- le pregunté-
-Donde ella te diga- me contestó, con esa forma tan asertiva con la que hablan los chamanes que no deja lugar a más preguntas tontas… ¡está tan claro que las plumas hablan!
Comprendí que si ella lo pedía así era por algo y que yo no debía preguntar más, porque sus motivos, más allá de lo puramente razonable, tendría para hacerlo. Y acepté gustosa el encargo.
Envolví la ofrenda en forma de pluma en un papel de seda y la metí dentro de uno de los libros sobre haiku que llevaba en la maleta, curiosamente en Haiku-dô, “El camino del Haiku” de V. Haya.
Y así fue como la pluma de nuevo surcó los cielos en un vuelo hacia Oriente, hacia mi venerado Japón.
Hasta hoy no me he atrevido a escribir sobre La Zona Cero de Nagasaki.
No sé bien por qué, la visita a la Zona Cero se fue postergando y fue el último día antes de salir para Kioto y dejar definitivamente Nagasaki, cuando nos organizamos para ir a visitar el Museo de la Paz, erigido en honor a las víctimas de aquella vergonzosa masacre y en conmemoración de la Paz mundial, justamente en el mismo lugar dónde tuvo lugar el impacto de la bomba nuclear el 9 de agosto de 1945.
La impresión que me produjo impactó en todo mi ser y dejó huella. Con el corazón encogido, no podía parar de llorar. Lo que sentí era indescriptible porque se mezclaban toda clase de sentimientos que iban desde la pura vergüenza de pertenecer a una raza capaz de concebir algo así, hasta la rabia, la indignación. Lo único que me atrevía a musitar entre lágrimas era : ¡perdón!¡perdón!

En la madera, para siempre,
la silueta quemada
de un hombre

Como mujer, como madre que ha llevado en su seno hijos, que ha parido y amamantado, aquello me superaba. Literalmente, y no me avergüenza decirlo, mi útero tembló conmigo de indignación y menstrué después de casi un año.
La pluma del águila, había ido y venido en mi mochila por templos, montañas, lugares hermosísimos del Japón que alcanzamos a ver, pero nunca me dijo “aquí me quedo” . Llegué a pensar que quería ir a Kioto, claro, ¡como todos! Pero no fue así, quiso bajarse de mi mochila en la Zona Cero de Nagasaki, al lado de un haiku escrito en piedra por uno de los niños, Kuma Haruto que sobrevivió a aquel fatídico día.



*En Urakami
donde la nube achicharró el cuello
sembremos más flores

Y allí se quedó, entre las piedras que guardan en su memoria muchas cosas difíciles de aceptar, pero que también albergan -y eso se siente claramente en Nagasaki- el perdón y las ganas de un mundo en Paz.

*Traducción de Vicente Haya






Texto, haiku y fotografía Mercedes Pérez "Kotori"

9 comentarios:

Diente de león タンポポ dijo...

Muy emocionante, Mercedes. He llorado contigo, a través de tus palabras, de vergüenza y de piedad por aquellos pobres seres que pagaron con su vida y su dolor la barbarie de la raza humana.

Hoy he oido la noticia por la radio (la conmemoración de aquel fatídico día) y os he recordado, a los japoneses que fuisteis allí. No sabía que había una "zona cero" en Nagasaki y esta historia de la pluma me ha conmovido.

Un beso.

Juan Carlos Moreno dijo...

tengo los pelos de punta. Tus palabras llegan hasta muy dentro de mi ser. No puedo dejar de ver, cada año la imagen de ese inmenso hongo, sin conmoverme. Aún no me explico como el país nº 1 de la tierra pudo hacer una cosa así.todos tenemos un poco la culpa de aquello. Es imperdonable. Eso y la matanza de judíos, son las dos cosas más horribles que nadie pudiera imaginar jamás.

Por cierto. Muy sentidos los haikus. me han gustado mucho.

besos
Juan Carlos Moreno

Juan Carlos Durilén dijo...

Estremecedor tu relato, Mercedes.
E imposible de calificar una acción humana (?) tan irracional. Me han conmovido hasta las lágrimas tus palabras, sobre esa herida que difícilmente pueda cerrar. Es una deuda con ese pueblo y con nosotros mismos.
Acompaño este hondo sentimiento con un homenaje a otra niña: Sadako Sasaki, de Hiroshima.

Miles de grullas
volando por la paz
desde las manos.

Un beso.

Mirta Gili dijo...

Merce, había algo más !

Ya lo hemos hablado antes...

Desde que el mundo es mundo, hubo y habrá, quizás, instantes en que el hombre parece un ser irracional, pero...
Creo que Japón, su pueblo, tiene una inteligencia superior, lo han vivido, sufrido en carne propia y han sabido perdonar.

Que nuestros corazones se llenen de esa paz.

Gracias a tí por traernos el presente de aquel pasado.

Un abrazo muy fuerte.

Mar Cano Montil dijo...

Querida amiga:

No estoy en mi mejor momento, pero he vibrado contigo a través de tus palabras, tejidas para dar cuerpo a esta bellísima historia, y he estado en Nagasaki contigo... ¡GRACIAAS!

Qué Dios te bendiga, Merce, y que bendiga a todos aquellos que han hecho posible que seas como eres.

Muchos besos.

Josefa dijo...

Gracias por compartir esta historia que ha llenado mis ojos de lagrimas.
Me pregunto. ¿como pueden pasar estas cosas? Y lo peor de todo es que los politicos lo justifican.
Si de algo sirbe. Pido perdon.
Que Dios nos ayude ha todos.
Un beso.

Constantino (Konstantín) Dimitrov dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Constantino (Konstantín) Dimitrov dijo...

.

En un siglo tecnizado, hasta la vida y la muerte se han convertido en un mero asunto de cifras y de ¨poder destructivo¨ del armamento militar.

Cualquier muerte violenta de un ser humano es una Hiroshima, una Nagasaki, porque la Ley de Dios ¨No matarás¨ no se rige por números. Sin embargo, las bombas atómicas, por su terrible impacto, se han convertido en uno de las manifestaciones más sisniestras del mal en la modernidad: su masificación.

Es fácil concluir que hay hombres buenos y malos, inocentes y víctimas. Es fácil asimismo, ante una masacre así, perder la esperanza ante la falta de garantía de que esto no se vaya a repetir.

Pero ha dicho Jesucristo que no temamos al que puede matar el cuerpo y no el alma, sino al que puede echar cuerpo y alma al infierno; es decir, a Satanás, el jefe del mal.

Con todo mi respeto hacia cualquier opinión sobre el asunto y sin deseos de crear polémica, no puedo, sin embargo, dejar de decir que siento mucho más temor y pena por quien se pone en contacto y opera con fuerzas ocultas, porque (quizá engañado y sin saberlo) se ha puesto al servicio de los ángeles caídos y su jefe, que por las miles de víctimas de los bombardeos, porque las almas de muchos de ellos ya estarán en la gloriosa presencia de Dios.

La vida en este cuerpo no es poco, pero lo que realmente importa es la vida después, la eterna. Ella lo es todo.

Konstantin

momiji haiku もみじ dijo...

Pues... yo no sé muy bien qué decir... Me pasó aquella mañana, en Nagasaki, en el museo de la tristeza más honda, y me pasa hoy, en esta mañana, de verano, de sol espléndido, 65 años después de aquel día en el que "el tiempo se detuvo" en Nagasaki.

No sé... me viene a la mente, aquella que casi se me quedó en blanco aquella mañana, un haiku de Issa:

Yo no naka wa
jigoku no ue no
hanami kana

世の中は地獄の上の花見哉


Mientras estamos en este mundo
por encima del infierno
¡poder contemplar las flores!


*La traducción es de Vicente, claro.

Un abrazo