Fotograma de la película "Los Sueños" de Akira Kurosawa
Título: La inocencia del haiku.
Selección de poetas japoneses menores de 12 años
Compilador: Vicente Haya
Traducción de
Vicente Haya
Edición bilingüe
Colección: Poesía
Páginas: 211
Tamaño: 14 x 21 cm
ISBN: 978-84-15168-07-2
Precio en España: 26 €
Precio en México: 470 m. n.
Vaso Roto Ediciones
Selección de poetas japoneses menores de 12 años
Compilador: Vicente Haya
Traducción de
Vicente Haya
Edición bilingüe
Colección: Poesía
Páginas: 211
Tamaño: 14 x 21 cm
ISBN: 978-84-15168-07-2
Precio en España: 26 €
Precio en México: 470 m. n.
Vaso Roto Ediciones
Contenido: 160 haikus fascinantes escritos por niños japoneses
Un verdadero haijin (poeta de haiku) lo primero que debe hacer es buscar la inocencia dentro de sí. Sólo o con ayuda. El haiku que hacen los niños puede ayudarnos a encontrarla. El haiku no son sólo palabras. La mirada limpia es esencial, el saber estar sin esperar nada es esencial, la ausencia de juicio al género humano es esencial. Todo es necesario en el haiku. Los niños nos enseñan también a seleccionar de entre la infinitud de objetos poéticos que nos rodean los asombros más elementales, los que pasan más desapercibidos. Todo merece un haiku, pero hay asombros más imperceptibles que otros. Se trata de que nuestra atención sea plena y eliminemos los obstáculos entre nuestra percepción y eso que hay ahí fuera y se llama “mundo”. En cierta ocasión escuché a un anciano pintor decir “Si fuéramos capaces de percibir de un golpe todo lo que hay ahí fuera reventaríamos”. Por eso se nos da la oportunidad de hacer un proceso, un camino de agigantamiento de nosotros mismos, vía para aumentar nuestra capacidad de sentir. Sentir más, ser más lo de fuera y menos lo que ahora somos. Por eso fue abandonado el haiku arcaico como una aberración, porque lo exterior era sólo una excusa para hablar de nosotros y de nuestro mundo. Desde Bashô quedó desterrada esa propoensión humana a proyectar los elementos del mundo humano sobre la naturaleza; esos haikus que instrumentalizaban la naturaleza y en los cuales una luna era un abanico sin mango dejaron de escribirse. Y por eso también están mal vistos o apenas existen los haikus de amor, los haikus filosóficos, los proselitistas; no porque el amor, el pensamiento o la religión tengan nada de malo, sino porque son lo que ya somos, lo que ya sabemos que sentimos, pensamos o creemos. Y hay que salir de ahí hacia el mundo, hay que dejar de escuchar la vibración de lo de dentro y dejar entrar la que nos viene de fuera.
Los niños, naturalmente, poco a poco van enfermando de nuestras mismas enfermedades, la del consumismo, la del egoismo, también la de la estupidez, pero mientras hacen ese proceso de pérdida de la infancia aún son capaces de extraordinarias apreciaciones, como podremos comprobar en esta antología. Gracias a lo que estos niños japoneses sintieron alguna vez, y dejaron por escrito, ahora nosotros podemos recuperar esa inocencia que un día perdimos. Ni se sabe ya hace cuánto tiempo.
Vicente Haya
http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php/2012/05/29/acaba-de-publicarse-la-inocencia-del-hai#.T8XRaPTW3SY.facebook
Vicente Haya
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