fotokotori
El haiku : una manera de estar en el mundo.
(1ª Parte)
No nos engañemos, vivimos en un mundo en el
que cada vez tenemos menos sensaciones “naturales”. Un mundo tan alejado de la
naturaleza, que olvida sin el más mínimo remordimiento ni pudor, el nombre de sus pájaros, de sus
árboles, de sus plantas y arbustos. Olvidamos sus nombres, olvidamos sus
cantos, olvidamos sus olores. Es decir, olvidamos lo que su palabra, su nombre,
su “verbo” evoca, porque dentro de nuestro ser, ya no resuena en la
experiencia. Dicen que eso es civilización y progreso, pero siento que es
degradación y aniquilación Nos estamos empobreciendo y no reaccionamos. Cada
vez sabemos más palabras técnicas: celular, gps, ipod, wasap, parabólica,
wifi... pero muchos “ignoran” que es la
alheña,( ¿eso con lo que se enciende la barbacoa?) ni un autillo,(¿un coche pequeñito), ni los
verderones ( ¿esos tíos que cuentan chistes subiditos de tono?)… Sí, algunos
conocen “por narices”, las gramíneas o las arizónicas o algún que otro bicho,
por las pruebas que les han hecho en el hospital para detectar la alergia que
les embota los sentidos. Su sistema inmunológico lo vive como una amenaza…
¿pero qué es lo que verdaderamente nos amenaza? Esto sí que debería darnos
alergia.
Si
nuestra capacidad de sentir se aletarga, perdemos la libertad, dejamos de ser
espíritus libres a merced de los mercenarios del miedo cuyo cometido es
convertirnos en consumidores de
productos de sus factorías ya sean en
forma de comida basura, que envenena el cuerpo o culturales, encargados de
envenenar el alma. El antídoto, como siempre, está a nuestro alcance, es la
propia Tierra, la naturaleza la encargada de trasmutar desde sus orígenes, esos
desechos en humus que nutre y que es esencial para que la vida continúe. Pero,
todo tiene un límite, si la basura no se composta como es debido, si no entra
el oxígeno, si falta el aire, no hay nada que hacer. Si la Tierra que nos
nutre, el agua que somos, el aire que respiramos se enferman, terminaremos
muriendo. Sí, nosotros los humanos, que nos creemos ajenos a ellos,
sucumbiremos también. Puede que ese sea nuestro destino, no lo sé, cada uno
tendrá su particular visión de lo que está ocurriendo. Esta es tan sólo mi
forma de sentir y mi intuición me lleva a creer que se pueden hacer cosas,
pequeñas cosas sin aparente importancia,
pero que contribuirán en la medida que sea a deshacer este desatino, y el haiku es una de ellas,
precisamente porque su sencillez le hace asequible, porque apela a los
orígenes, porque se enraíza con la armonía que hemos perdido con tanta
civilización y tantísimo progreso que supuestamente nos hará más sanos, más
longevos y más felices. Me da en el
corazón que éste es uno de los motivos por el que no interesa que el haiku de
lo Sagrado prevalezca. El camino del haiku, es un camino como otros tantos que
existen y que llevan al que los inicia a un despertar de la conciencia y a
adquirir un compromiso que difícilmente podrá eludir. Vivir la vida, es decir,
existir con los sentidos abiertos y atentos, pone en peligro el modelo social
en el que estamos inmersos. No conviene humanos despiertos, dispuestos a dejar
de ser egoístas o egocéntricos o egomaniacos. No convienen personas que sean
capaces de disfrutar con cosas sencillas al alcance de cualquiera. Ojalá no llegue
nunca el día en el que haya que pagar una “entrada” por contemplar el
crepúsculo o por escuchar el sonido de un arroyo que proviene del deshielo
porque alguna corporación se haya hecho con la exclusiva.
En
un ejercicio de reflexión, como en un momento determinado propuso el profesor V. Haya en su blog El Alma del
Haiku, ahora que estás solo o sola, leyendo estas líneas, a no ser que seas
botánico o naturalista, ¿qué experiencias has tenido o tienes con ese mundo que
hasta no hace mucho formaba parte de nosotros de forma natural? ¿Qué sabes de primera mano de las aves que
sobrevuelan tu región, de los peces que nadan en los ríos cercanos? ¿has oído
croar a las ranas las noches de verano? No es un interrogatorio, no, pido
disculpas si se siente así. Mi intención es poner un espejo delante para
mirarnos a solas y reconocer donde estamos situados. Ojalá seas uno de
esos afortunados que vive y aprecia el
vivir en uno de los cada vez más escasos lugares que quedan en el planeta sin
mancillar, pues me temo que si no cambian las cosas, las referencias sobre el
mundo natural será material clasificado,
TOP SECRET, sólo para expertos autorizados y el resto verá o mejor dicho, está
viendo ya su experiencia con la
naturaleza restringida a ratas , palomas
, gorriones o gatos que comen en los
parques públicos comida basura, chucherías transgénicas ofrecidas seguramente
con la mejor de las intenciones por gente compasiva que añora algo que no atina
a identificar, pero que probablemente tenga que ver con la necesidad de volver
a una vida más cercana y más respetuosa con la Naturaleza.
Palomas
que han perdido el brillo de su plumaje, vuelan en un aire irrespirable. Los
árboles sobreviven ennegrecidos y debilitados, en ridículos alcorques. Sus
raíces compiten por algo de tierra con tuberías que canalizan el progreso
humano hasta el salón de casa. Por no hablar de las mascotas que llegan por
Navidad y que al crecer resultan molestas, yendo a parar muchas de ellas al
desagüe a poblar alcantarillas, lagos,
ríos y estuarios donde se convierten en leyendas urbanas y en peligrosos
competidores que comprometen el frágil equilibrio de un ecosistema que no
termina por recuperarse del impacto humano.
El sol sale tras imponentes y soberbias torres que emulan torpemente montañas y los crepúsculos tienen unos colores increíbles, producto de la
refracción de la luz en las partículas contaminantes que la plaga humana emite
sin control en nombre del bienestar y la calidad de vida. Nuevas nubes aparecen, cuadriculando en
parrillas perfectas nuestro cielo, dejando caer una lluvia supuestamente
cargada de perversas intenciones. Las
flores casi no huelen. Las frutas saben todas igual, a nada, en su perfección
de factoría. Las semillas están mutando y perdiendo su capacidad de reproducirse.
La industria farmacéutica lucha por hacerse con el control de las plantas
medicinales y están consiguiendo que los gobiernos legislen para que tener
tomillo o romero en el jardín sea un delito penado con la cárcel. Quieren tener
la patente de la Vida, codician para sí ese “tesoro” y harán, como ya se está
viendo, lo impensable para conseguirlo.
Con
estas experiencias vitales, qué complicado resulta para el lector actual que se
acerca al haiku, apreciar por ejemplo en
éste de Nishiguchi Sachiko, traducido por V. Haya:
Traza el milano
un círculo. En su centro
recojo boniatos
los
matices, las conexiones internas con lo atávico, con lo que ha sido, es y será.
Y con qué facilidad se reconocerá en poemas occidentales que han pasado por haikus , tales como:
La mariposa
recordará por siempre
que fue gusano
De Benedetti,
sobre la arena
escritura de
pájaros:
memorias del viento.
De Octavio Paz
escritos
seguramente con la mejor de las intenciones por parte de sus autores y que
adaptaron el “haiku” al gusto occidental, puede que por desconocimiento o
incluso por temor a que si lo escribían tal y como es en su origen, el público
occidental lo desdeñara y se perdiera algo que ellos, en su sensibilidad
sentían como digno de difundir. Sin duda, tuvieron el mérito de dar conocer
esta forma de “poesía” tan particular, pero ahora, con todos mis respetos y
admiración a estos grandes monstruos de las letras, ha llovido mucho desde que
Tablada, Octavio Paz, Benedetti entre otros, comenzaron con mayor o menor
fortuna a dar a conocer el haiku a los hispanoparlantes. Ahora, el haiku en
castellano tiene suficiente cuerpo como para que lo que luzca sea algo bien
diferente. Ahora hay sobrada información sobre el haiku japonés y sus orígenes
para que el que quiera profundizar, lo haga y elija. “Quien quiere llegar, busca caminos, quien no
quiere llegar busca excusas”
Por
mucho que algunos “doctores” en la materia se empeñen en decir que lo que está
ocurriendo en el haiku actual es “evolución”, miremos en nuestros corazones y
sintamos lo que nos transmite en cada latido, si es que aún late tras la
anestesia a la que estamos siendo sometidos. No puedo aceptar esto que está
ocurriendo sin hacer algo. No acepto dejar que sucumba en nombre del progreso y
la evolución lo que considero sagrado, lo que considero patrimonio de todos, lo
que jamás debió ser violentado de la forma que se ha hecho y permitido. Somos
muchos los que en Occidente, consciente o inconscientemente, hemos apostado por
un haiku que entronca con lo sagrado o al menos esa es mi esperanza.
Por
todo lo expuesto, amo el haiku, por eso me he comprometido con un camino que reconozco como transformador de mi vida
personal y por ende, de lo que me rodea. No tengo fuerzas para más, ni para
menos. Pero sé, sin el menor asomo de duda que el haiku es una semilla sagrada,
como el amaranto, y que a pesar de los muchos intentos por corromperle, por
manipularle, por convertirle en un híbrido sin sabor, sin alma, perdurará para
mantener viva la esencia de algo que es
mucho más grande, inabarcable, que se manifiesta de infinitas maneras y que el
Ser Consciente, ese que existe sin pensar demasiado y que siente hasta que le duele el alma, se pondrá al servicio de lo que acontece más
allá de lo puramente humano , con todo el derecho del mundo y con la inexcusable obligación de
compartirlo sin contaminar.
Mercedes Pérez “kotori”
Collado Mediano, Abril
2012
5 comentarios:
Fantástico!!!. Un abrazo.
Gracias Mercedes _/\_
Gracias a vosotros por deteneros a leerlo..¡que es bien largo!!! jejejeje.
¡Gracias kotori... por compartir _/\_
¡Maravilloso!!!
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