fotokotori
Me he alegrado al leer este libro de haiku de Verónica Aranda por
varios motivos. Me gusta la gente que arriesga, que no teme publicar porque al
fin y al cabo es la única manera de tomar el pulso real de lo que escribe y de
lo que quiere transmitir. En este sentido, Verónica ha sido valiente. Además
valoro el esfuerzo que creo honestamente está realizando para iniciar el camino
del haiku en la línea de la escuela de Vicente Haya. Se nota su tesón y su
aplicación para ceñirse a sus enseñanzas, pero como contrapunto, en este caso, “ceñirse a” le ha
restado algo de frescura y espontaneidad. No pasa nada. Con el tiempo seguro que suelta
los corsés que en un comienzo se hacen imprescindibles para evitar desboques.
Al leer los haikus de Lluvias Continuas, he tenido la impresión de
hallarme ante un grabado de Escher basado en la escalera de Penrose. He podido
sentir una Verónica voluntariosa que asciende y desciende. Que cuando cree que
sube, baja y viceversa. En ese aparentemente imposible recorrido, nos va
mostrando sus hallazgos, asomándose a diversos paisajes que van desde la
humildad y la sencillez de este haiku:
Un
manantial.
La
libélula roja
vuela
hacia el agua.
hasta la complejidad barroca que a mi juicio pesa mucho, demasiado para
un haiku, de este otro:
Beben
absenta
la
noche del eclipse
los
comediantes
Creo que se encuentra, en cuanto
al haiku se refiere, en un momento crucial en el que ha de decidir por dónde
quiere ir y si le compensa salir de esta escalera trampa en la que tengo la
sensación que se encuentra algo desorientada.
Los haikus de Verónica que me han tocado el corazón, probablemente sean
los que a la mayoría de lectores deje
fríos. Pero a mi entender, son precisamente esos, los más sencillos y que se hallan
libres de presencias pesadas para el haiku, los que vibran siguiendo esa máxima que en el haiku se hace patente de
“menos es más”.
Verónica tiene cosas que decir. No cabe duda que posee sensibilidad y
que se expresa bien, muy bien en poesía… Es una buena recolectora de esencias. Pero
es precisamente esta condición la que más le lastra a la hora de escribir haiku
y por eso tiene mérito. Vaciarse y dejar espacio para que suene el haiku a
través de su voz sin que suene a retórica occidental, requiere un sobreesfuerzo.
La naturalidad en el haiku es imprescindible. El haiku que nace en una
probeta, sabe a artificio por muy bien que se mezclen sus componentes. Pero
esta condición de naturalidad o artificio, sólo la notarán los catadores
expertos. En la conciencia de cada haijin está el ser honesto con el mundo y
consigo mismo para dejar que lo que tenga que manifestarse en un haiku se
manifieste sin que la sombra del poeta termine siendo el auténtico protagonista
del poema.
Todo un maravilloso reto que Verónica está capacitada para afrontar.
Mercedes Pérez
Mercedes Pérez
4 comentarios:
Gracias por esta entrada, Mercedes.
Un abrazo para ti y para Verónica.
_/\_
Me quedo con el título del libro y lo buscaré para leerlo.
gracias por el dato.
saludos
Es una reseña que bien podría valer para bastantes más libros de haikus escritos en solitario…
Salud!
Hice esta reseña a peteción de Verónica y antes de publicarla, ella dió su visto bueno. Lo cual dice mucho en favor de Verónica. No creo que todo el mundo lo aceptara con ese talante.
-^-
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