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MAESTRO
/…/—Pues, sin ir más lejos, ¿cuál es la forma correcta de dirigirse a un maestro, de tratarle, de preguntarle?
—Ante todo, no hay que provocar las preguntas. Las respuestas son lo de menos. Hay que estar junto al shaij. Pequeñas comprensiones se irán engarzando por sí mismas... Un shaij contesta sólo para dar tiempo de meterle la baraka en el cuerpo a aquel que le pregunta.
—No lo olvidaremos... Y, ya que hemos empezado por este tema, sigamos adelante... ¿Cómo es un shaij?
—Hay tantos maestros y vías como aspirantes. Tu maestro es aquel con quien te sientes tranquilo2. Pero no es alguien que se queda...
—¿Qué quiere decir?
—No se queda siempre ahí, junto a ti. Lo que quiere un maestro es poner en funcionamiento al discípulo y luego desaparecer. No hay conocimientos absolutos. Tú aprendes de tus propios pasos.
—¿Y qué hace él mientras está contigo?
—El shaij te da firmeza y asegura cada paso que das... Cada maestro desencadena en su discípulo ese camino de presencias hacia el Uno Único...
—¿Presencias?
—Ellos mismos son «presencias», no «delicadezas»; porque el «yo» del maestro no es el «yo» de lo humano, sino un Yo desbordado.
—Así, como lo dice, da miedo...
—El miedo, de momento, no tiene lugar... En realidad, un auténtico maestro no destruye nada de ti, salvo tus mentiras...
—Pero, ¿es realmente necesario un maestro en nuestra vía espiritual?
—No. El shaij no es imprescindible. Aunque es útil... La cercanía de un maestro te hace ver fuera de ti ese Conocimiento al que aspiras...
—El maestro es aquel que posee el Conocimiento a que tú aspiras...
—No necesariamente. Es el amor a los demás y no el Conocimiento lo que te constituye en maestro.
—¿Y cómo se hace para encontrar al maestro que cada uno necesita?
—No tiene sentido la búsqueda de un shaij. Todo esto de los maestros y los discípulos son fases por las que puede que tengamos que pasar en nuestro acercamiento a Allâh. Pero en realidad, no hay maestros, como no hay discípulos. Hay sólo una gran ternura que nos envuelve, nos acoge y nos amamanta como una loba a sus lobeznos./…/
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