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2ª PARTE EL HAIKU, UNA FORMA DE ESTAR
EN EL MUNDO
El haiku o el reducto de lo Sagrado
Pero… ¿qué es para cada uno de
nosotros lo Sagrado? ¿a dónde nos lleva su nombre? ¿qué sentimos cuando nos
hacemos esta pregunta?
Lo Sagrado, para mi sentir, habita la
Naturaleza como principio y como medio dónde se manifiesta entretejido
irremediablemente con la Vida y la Muerte en un ciclo de devenir en el que
estamos inmersos, aunque ahora más distantes,
también los humanos. Humanos con diferentes maneras, individuales y/o culturales, de relacionarnos
con Él, en algunos casos, favoreciéndolo y en otros, dificultándolo.
Puede que esa distancia, ese pequeño o gran alejamiento de la Naturaleza y por tanto de
lo Sagrado, que nos ha traído de la mano la tecnología, es la que nos haga sentirlo de forma diferente a como la sentían
o sienten los humanos que han tardado más tiempo en contactar con los avances
tecnológicos o los que vivieron antes de que se dieran de la forma tan invasiva
y destructiva de los últimos años. Y no es que desdeñe los
avances tecnológicos, pero si no se armonizan con lo demás, si no se utilizan
para buenos fines, no sé si merecen la pena.
Vivimos en una sociedad donde ha
primado por encima de la ética, la estética y los valores elevados, un modelo económico y
por lo tanto social y cultural en el que se ha desdeñado desde la soberbia y la
falta de respeto, la sostenibilidad del planeta y se han utilizado los recursos
naturales no para el armonioso beneficio de todos (no sólo los humanos), sino
para incrementar como nunca en la historia de los Humanidad, una escandalosa
desigualdad promovida por los especuladores de materias primas que sin
escrúpulos le meten mano a todo lo que pueda ser comprado o vendido, previo
pacto con los poderes de turno, claro, con tal de ser más ricos aún de lo que ya son.
Por no hablar de que, utilizando las loables excusas de curar enfermedades y paliar el hambre en el mundo, comenzaron a hurgar
en la genética de los animales (incluidos nosotros) y las plantas. Como se ha
comprobado años después, sobre todo en cuanto a alimentación se refiere, su
única intención no era otra que acaparar más poder, robar lo que a todos nos
pertenece por derecho propio para luego destruirlo y crear dependencias vitales
de los productos alimenticios manipulados en sus corporaciones. No es ciencia ficción, no,
por desgracia no lo es. Es una realidad que está ocurriendo ahora, mientras
escribo estas palabras, mientras los lees.
Actualmente se producen al año
alimentos suficientes para dar de comer a doce mil millones de seres humanos,
cuando en realidad no llegamos a los siete mil millones y a pesar de ello,
mueren de hambre más de dos millones de
personas ¡al día! Con estos disparates, con esta falta de armonía y de corazón
que parece haberse apropiado de nuestra mal llamada “civilización” es difícil distinguir
¿no? Pues soy de la opinión que el haiku, como otros caminos de toma de
conciencia, ayuda a restablecer esa
armonía con el entorno y reaviva el corazón humano tan alejado de su verdadero
ser, conectándole con lo esencial.
El haiku habita los silencios. Silencios
repletos de sonidos armónicos. Silencios en los que se escuchan la voz de los
pájaros o el crujido de los árboles azotados por el viento y en los que el parloteo de nuestra
mente puede desaparecer poco a poco, aquietándose, si consigue aunarse con el
entorno. En esos silencios podremos reconocer y reconectarnos con la energía
que sostiene la “realidad” en la que nos movemos y de esa manera, recibir el
haiku como un soplo vital que nos conmociona y nos impele a compartirlo. Por
eso, puedo asegurar que el haiku es un
vehículo de sanación, una vía espiritual que se nutre de lo que acontece en la
naturaleza y que nos pone en contacto con ese potencial de crecimiento tanto
individual como colectivo para la transformación. Una transformación que en
estos momentos se ha convertido en algo de vital importancia.
Para ello hemos de entrenar los
sentidos y hemos de comprender nuestro propio corazón ya que será través de él por el que el mensaje del haiku
se abrirá paso.
Esto puede que ocurra espontáneamente.
Todos conocemos casos de personajes excepcionales que debido a un talento
natural han realizado proezas artísticas o de otra índole admirables sin duda,
pero lo habitual es que sea necesario un entrenamiento, una disciplina que
predisponga tu ser para que lo que tenga que ocurrir, se manifieste de la mejor
manera posible y, como siempre está ocurriendo, la atención despreocupada que lleve a ese paladeo íntimo con lo que
perciben los sentidos, ha de ser una de las principales cualidades a desarrollar.
El primer paso, aparte de ponerse en
manos de un buen maestro, es sin duda, desaparecer como protagonista del haiku, difícil tarea en una sociedad que
idolatra al ser humano, y desde esa humildad, ser capaz de convertirse en una caña, un
canalillo por el que se cuela la luz o corre el agua. Cuanto más limpio, más
abierto y menos recovecos tenga, mejor pasará la luz, mejor fluirá el agua.
Entonces se estará preparado para una comunicación inocente de lo sucedido. Y
una vez dados esos primeros pasos, el
camino comenzará a dibujarse y sólo habrá que
fluir con lo que llega estando atento para no distraer la atención de lo
que de verdad importa.
No es casualidad que toda una
cultura, sensible como es la japonesa haya insistido tanto en dos cosas:
Una, que en el haiku, el humano no
sea su objeto. Y digo en el haiku, y no
en otras formas poéticas que por su métrica coincide con el haiku, (senryû,
zappai…etc) pero que por diversos motivos, unos menos inocentes que otros, en
occidente se han confundido, provocando que el cometido auténtico del haiku se
vea sepultado bajo toneladas de pretendidos haikus con un efecto demoledor para
su esencia. Y la otra, que la Naturaleza esté presente en él, en cualquiera de
sus manifestaciones.
El haijin ha de apostar por evitar
esa confusión. Hoy en día más que nunca,
ha de entrenarse para extraer la vida de lo que parece condenado a
extinguirse. El haijin, no puede permanecer ajeno a lo que ocurre en su entorno
porque aunque su cometido principal sea la transmisión de lo que siente al
contactar con él sin mediación del ego, también lo es el actuar como guardián
del espacio donde el haiku se manifiesta. Un haijin está enamorado de la
Naturaleza ya que es en contacto con ella donde siente el aware, donde
principalmente ocurre el momento mágico de la manifestación de lo numinoso.
¿Cómo entonces, no va a cuidar y defender ese lugar como si fuera un templo?
Desde estas páginas insto a todo aquel que sienta el
haiku de esta manera, a que, desde su
ánimo y en la medida de sus posibilidades, se haga eco con la suficiente fuerza
para que el haiku no desaparezca debido a que los haijines que escriben haiku
como vocación, carezcan de padrinos y porque lo que trascienda del haiku, más
allá del mundo especializado, no guarde su espíritu.
La mayoría de los haijines de los que hablo, no son
literatos. Los haikus que a través de ellos nacen, no son ejercicios
literarios, no son un juego poético ni un ensayo a modo de divertimento aunque
se diviertan con ello. Es una manera de vida, una forma de Ser en el mundo.
Agosto de 2012 Collado Mediano
Mercedes Pérez “kotori”
6 comentarios:
Gracias, Mercedes, por publicar también en este espacio tan interesante nota, lo que me permite la relectura de ambas partes en un mismo sitio.
Valoro la enjundia y el fervor de tu postura en favor del haiku, como vehículo y expresión de lo esencial. Aquello que nos une desde siempre y que por momentos parece extraviarse o confundirse, con una marcada desnaturalización.
Desde la comprensión, asumir el desafío de ser haijin.
Un abrazo.
Gracias Mercedes. Comparto lo que dices.
Un abrazo!
Gracias Mercedes por la claridad con que te refieres y desarrollas el concepto de haiku. Abrazos.
Más claro: agua...
Gracias por tu aportación, directa y franca, me ha llegado y gracias por tus palabras.
Besos
Después de leerlo un par de veces y reflexionarlo creo que lo he entendido. Es hermoso como se entrelazan la senda que permite leer y la que permite escribir haiku, lo importante es el lugar al que conducen ¿verdad?
Todo es más fácil cuando los viajeros dejan unas piedrecitas amontonadas para guiar a los que vienen detrás.
Gracias a tod@s vosotr@s por la paciencia que habéis tenido para leerlo todo. De verdad que me alegro mucho sentir que os ha llegado.
Un abrazo, kotori.
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