El abrazo de Juan Genovés
No he podido resistirme a compartir con vosotros algo que en
principio os puede chocar, pero que está totalmente relacionado con una forma
de concebir el mundo que tiene mucho que ver con el haiku o por lo menos con el
haiku tal y como yo lo vivo.
Este libro ha llegado a mis manos hace unos días a través de
un gran amigo comprometido hasta la médula con el activismo social. No creo en
las casualidades y menos viniendo de un libro, así que os lo recomiendo
encarecidamente. Es de una oportunidad que emociona, así que si podéis haceros
con èl, no lo dudéis.
AMOR Y POLÍTICA de José Aristizábal G.
Editorial Libro del Dos de Bastos
ISBN: 978-958-8592-36-7
Bogotá, Colombia abril de 2015
Introducción:
El mundo vive una crisis sistémica: las globalizaciones de
las finanzas, la guerra y el crimen transnacional han precipitado tormentas
económicas, desastres sociales, hecatombes humanitarias y el calentamiento global,
también, una quiebra en los paradigmas de valores y las formas de pensar. Pero
de ese caos están emergiendo transformaciones profundas y por ello se habla de
un cambio de época y de una larga transición. Algunas de esas mutaciones son
radicales y vertiginosas, principalmente las que se presentan en las ciencias y
las tecnologías. Es asombroso el ritmo en ell que ocurren los nuevos hallazgos
en el conocimiento del universo, la microfísica, la biología, la genómica, la
informática, las comunicaciones o la energía. Ya estamos en la tercera revolución
industrial. Y esas transformaciones también se están produciendo en las formas
de vida de la gente y de los movimientos sociales.
Después del hito de mayo de 1968, del alzamiento de Chiapas,
del Caracazo y de los campanazos de Seatle en 1999 por otra globalización, se
han desatado grandes turbulencias, sublevaciones o insurrecciones locales en
América Latina, el mundo árabe y el sur de Europa. Los diversos feminismos, el ecologismo,
las mingas indígenas, las plazas de los indignados, el 15M y las revueltas de
Grecia, Turquía y Brasil marcan rupturas y saltos importante. También en
Colombia transitamos ahora de un viejo conflicto armado de 50 años, a la posibilidad
de una emergencia de la paz.
En medio de esta profusión de cambios y rupturas, de un
mundo que se hunde y otro que aparece ¿qué pasa con la política? Resulta una
obviedad y expresa muy poco decir que ella vive una crisis, que es profunda, o irreversible;
quizás sea mejor hablar de su degradación y suplantación, que los mercados la
han secuestrado y estrangulado, igual que lo ha hecho la guerra y el estado de
excepción. Ella involuciona anclada y restaurada en las más arcaicas concepciones del poder,
la soberanía, el , el patriarcalismo y la racionalidad instrumental.
Pero al tiempo que la política retrocede en esa deriva hacia
su degradación, la biología, la neurociencia, las ciencias cognitivas, la
sicología, la medicina, la enfermería, la ecología otorgan una importancia cada
vez mayor a la empatía, la cooperación, la sociabilidad, las emociones y la vida
en armonía con la naturaleza. Y en la misma política se reconoce que los
valores del compañerismo, la camaradería, la ayuda mutua, la solidaridad, la fraternidad, el activismo, la defensa de lo
que es común y la pasión por las luchas sociales o políticas son grados distintos
del afecto.
Y por este camino, avanzando en la instigación, encontramos
que la cooperación, la asociación, y la
empatía nos vienen de la evolución de la vida que, con el advenimiento de lo
humano, se han transmutado en el amor. Que el amores está en potencia en cada
ser humano y llegamos a otra visión del
amor, a las gigantescas energías que él es capaz de desatar, y a las relaciones
y desencuentros que han existido entre amor y política.
El propósito de este libro es argumentar las tesis sobre el
amor como la riqueza más grande de lo humano, como la potencia más
transformadora que existe, capaz de convertirse en una fuerza espiritual y
material, es mostrarlo en cuanto la energía emancipatoria más poderos y por
ello mismo, uno de los fundamentos de la política.
El amor del que aquí hablamos no es el amor romántico de las
parejas, idealizado y puesto al servicio del patriarcado y el capitalismo; no
es el romance mercantilizado para el consumo y va más allá del amor a los seres
humanos. Aquí tratamos de recoger el conjunto de lo que llamamos la constelación del amor, que abarca
desde Eros a ágape, hasta Gaia, la Madre Tierra, pasando por la amistad, el
amor a las demás personas, al sí mismo, a la vida y a la sabiduría. Esta visión
más amplia es la que permite recuperar la unidad entre afectos e inteligencia,
sensualidad y razón, pasión política y sabiduría, amor y conciencia, es decir, recuperar
la hermosa completud humana de seres sentipensantes con una racionalidad sensual.
Y, por este camino, llegar al amor
consciente o conciencia amorosa, al amor político o amor emancipatorio.
El amor son vínculos de afecto y reciprocidad entre las personas,
donde cada quien es un fin en sí mismo, otro legítimo en la convivencia con
uno. Si el poder, el capital y el Estado son relaciones sociales alienadas o
deshumanizados que convierten a las personas en medios o mercancías, el amor es
que puede desalienar esas relaciones y volverlas a transformar en vínculos
entre personas; es el que nos reconcilia con la naturaleza, con la vida, con
los otros, las otras y a cada uno consigo mismo.
El amor es el mayor creador de redes y energías porque es el
calor, alegría, lo que une, lo que atrae; es la unidad de Eros y el ágape, que
vencen la indiferencia, el miedo, la guerra y la violencia; ninguna otra idea o
emoción tiene más fuerza para unir y expandir. La revolución es un acto de
amor. Y el amor es el verdadero motor de las insurrecciones.
Sin embargo, ninguna política plantea una conexión con el
amor, ni lo incluye en sus principios o programas. Aunque día a día las
distintas manifestaciones del amor desempeñan un papel tan importante en nuestras
vidas, tampoco la llamada ciencia política tiene un lugar para el amor. ¿Por
qué ese abismo entre amor y política¿ ¿A qué se debe semejante divorcio, si la
emancipación política nace del amor a los demás y a la humanidad, si la
autonomía surge del amor al sí mismo, si la conciencia de la realidad requiere
del amor al conocimiento y la auténtica fraternidad política es la que brota
del amor?
Eso puede entenderse si analizamos las políticas existentes
hasta ahora: políticas del patriarcalismo y la androcracia, de una mitad de la
humanidad que, para excluir a la otra, ha negado y subordinado al amor;
políticas del antropocentrismo que, con el argumento de la supremacía del ser
humano, pretenden un dominio ilimitado sobre la naturaleza y niegan el amor a
la vida; políticas de la soberanía centradas en la defensa del Estado que se
basan en el paradigma del homo homini
lupus, es decir, en la violencia, la supuesta guerra de todos contra todos; políticas de la racionalidad instrumental:
de la tiranía de la razón de las emociones y la sensualidad que, en aras de la
objetividad, expulsa al amor y a los sentimientos del mundo de la ciencia. Han sido políticas
tributarias de la dominación y la violencia
que, siempre enemigas del amor, han establecido rupturas y jerarquía entre la
razón y sentimientos, facultades superiores e inferiores, conciencia y amor, mente
y cuerpo, hombres y mujeres.
Para cambiar el mundo y cambiarnos a nosotros mismos se
requieren unas energías gigantescas. Y éstas se encuentran en el amor, cuyas
semillas están en cada uno de nosotros. El amor a sí mismo unido a la pasión
por el conocimiento es la fuerza que más puede producir cambios en la
conciencia y la subjetividad. El amor a la vida y a la Tierra nos ayuda a
recuperar la armonía con la naturaleza, a reconectarnos con la vida, esto es, a
tomar conciencia de la biosfera y superar la crisis ecológica que destruye los
ecosistemas y recalienta el planeta. El amor a las otras y los otros es lo que
nos puede mover a reconocernos, aceptarnos y reconciliarnos, ajuntarnos para
enfrentar las crisis humanitarias producidas por las guerras y la crisis social
que nos condena al desempleo, la pobreza y el escándalo del hambre. Los sentimientos
de afecto y solidaridad con una humanidad subyugada por el trabajo enajenado,
unidos a la autoorganización, la autogestión y la autonomía son fuerzas que nos
movilizan para romper con el capital Y EL Estado. Y para vencer al patriarcado
y la androcracia necesitamos la revolución de las mujeres, pero también una
reforma de la masculinidad que mueva a los varones a liberar el amor, la sensibilidad
y los sentimientos reprimidos en su interior.
Si las anteriores consideraciones tienen validez, entonces
la política debe incluir los afectos políticos y el amor dentro de sus temas
principales. La emoción del amor unida a la conciencia es lo que más puede
hacer brotar vínculos comunitarios, vínculos fuertes entre las personas, tan
indispensables para cambiar el mundo. El amor consciente nos produce alegría en
la resit3encia, nos hace recordar a los que sufren, los que tienen hambre, lo
que luchan en otras partes y nos dice
que no bastacon nuestra pequeña lucha o nuestro colectivo; que es necesario ampliar
la autonomía, que la vida siempre es devenir, que todo aquí y ahora se puede
transformar y siempre puede haber un nuevo comienzo que no sea más de lo mismo.
El amor es el eje vertebrador de este libro; pero antes de
llegar a él, con la finalidad de encontrar las raíces más profundas de sus
potencialidades y dilucdar luego su relación con la política, es necesario
dedicar los primeros capítulos a ahablar de las iquezas de la vida y las
riquezas de lo humano.
Arrancamos de la vida porque allí están nuestros orígenes y
si no la valoramos, difícilmente podremos valorar lo humano. La actual desvalorización
de la vida humana y la vida en general es correlativa con que los únicos
valores que valorizan sean los que se cotizan en la Bolsa. Mitos, ideologías y
grandes intereses económicos han apartado al ser humano de la naturaleza y
depositado una gruesa capa de prejuicios y sofismas sobre nuestra conciencia
que nos impide apreciar la belleza y la sabiduría de la vida, lo que ella significa.
Acostumbrados a usarla como un reglo antele cual no tenemos ninguna
responsabilidad y a ver cómo se elimina, igual que cualquier objeto o
mercancía, henos perdido el respeto y la capacidad de asombro ante ella.
Engreídos con nuestras tecnología, no nos maravillamos por
ese portentoso complejo industrial que es la célula, inventada y reinventada
todos los días desde hace más de tres millones de años. Tampoco valoramos sus
riquezas, como su autopoiesis o
capacidad de autocreación o autoproducción, su creatividad, su sostenibilidad.
Jamás ninguna otra civilización había negado tanto la vida
como ésta. Si el pensamiento político y las ciencias contemporáneas no superan estas
separaciones entre cultura y vida, ser humano y naturaleza y restablecen su unidad,
no podrán frenar las fatales consecuencias de esa negación. No cabe política
que pueda proteger o salvaguardar lo humanos si no se posiciona de una manera
radical en la defensa de la vida.
Y la defensa de la vida nos vuelve al amor, pues es del amor
y su potencia de donde pueden surgir políticas para la vida que enfrenten y
derroten las políticas de la muerte. Así, esta amor político o emancipatorio
que propones y argumentamos aquí, también está conectado con la vida.
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