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El
Haiku-Dô: Aprender a mirar como un niño.
En
la presentación del libro de haikus Sin otra luz que hicimos Manuel Diez
Orzas, Félix Arce y yo misma en la
Fundación José Hierro, expusimos lo siguiente:
“En una sociedad como ésta en la que vivimos, -tan alejada de
los valores en los que el haiku del que hablo se inspira,- una sociedad
rebosante de contaminación, stress, competitividad, tv. basura, consumo
desmesurado, materialismo a ultranza, corrupción, insolidaridad, alimentos
desnaturalizados… en un mundo así, el haiku, lo tiene crudo porque no mira
precisamente hacia ese lado, más bien al contrario. Y en ese sentido, el haiku
que a nosotros nos conmueve, es terriblemente revolucionario. Es como el micro
chip de un arma secreta DE REGENERACIÓN MASIVA que guarda entre sus diecisiete
sílabas o sonidos la información de lo que Es, de la Vida….
Inmediatamente, caeremos en la cuenta que escribir haiku
basado en esos principios, no es tan fácil, porque el haiku- dô, te exige como
primer paso, desprenderte de toda adherencia cultural, de todo ego y eso,
amigos y amigas, es un gran reto.
Dile a tu mente, es decir, dite a ti mismo, que tú no vales
nada para el haiku o que vales tanto menos que un piojo.
Que tus sentimientos humanos como el amor, el desamor, el
odio, las pasiones, no tienen cabida en él. Que has de convertirte en un tubo
hueco, en una caja de resonancia en la que sonará una melodía que no has
escrito porque simplemente eres testigo de lo que acontece y tu única
responsabilidad es estar afinado para que la melodía suene lo mejor posible.
Al mismo tiempo, disponte a adiestrar los sentidos, (no los
sentimientos que de eso sabemos mucho en occidente). Unos sentidos adormecidos
por una cultura en la que prima lo mental, (el hemisferio izquierdo
hiperactivo) y mientras, pon en marcha el mecanismo que conecte tu mente y tu
corazón.
Simbólicamente has de
defenestrarte para armonizar tu ser y volver a integrarte en el Todo, dejando
de estar separado por una mente que te sitúa, por el hecho de ser un humano, en
una posición de privilegio sobre la Naturaleza, distanciándote prepotentemente
de todos los demás seres que la habitan. Una vez destruidos y aniquilados todos nuestros apoyos, todo lo
que el intelecto fue creando a lo largo de nuestra existencia…¿en que nos hemos
convertido? probablemente, en algo parecido a un niño… eso sería lo ideal.”
¿Estamos dispuestos
a mirar por el pequeño agujerito que es el haiku con la inocencia con la que
los niños se acercan a las cosas? De nuevo la inocencia. Una mirada pura ¿es
posible hoy en día o ya ha dejado de formar parte de la humanidad que habita
este mundo tan “civilizado”?
Esperemos que no.
sin otra luz
colocando batatas
en los rescoldos
Mercedes Pérez
(España)
Soleada arena
Un gorrión en el
hueco
que hizo el niño
Jorge Braulio (Cuba)
Puesta de sol-
el último reflejo
en la bandada
Luis Alberto Plaquín
(Argentina)
Silencio en el
pueblo.
La casulla del cura
tendida al sol.
La casulla del cura
tendida al sol.
De Enrique Linares (España)
Beber agua
donde se ven los pinos.
Atardecer
Rafael García Bido (República Dominicana)
No cedió más
la piel de la granada.
Amanecer
Juan Francisco Pérez
(España)
Mercedes Pérez
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