recogida en la roca
algo de lluvia
en la que lavar las manos
-.-
junto al río…
anudando el sedal
-.-
justo al nombrarla
dejó de cantar
la codorniz
-.-
volviendo a casa
las formas de las nubes
que aprendí en clase
-.-
antes que anochezca...
un poco más
bajo las hojas de momiji
-.-
mañana de Año Nuevo,
brilla un guijarro
en lo alto del torii
-.-
desgastado
el sombrero del bonzo
aún huele a lluvia
-.-
senda costera,
con hojas de adelfa
se limpia las botas
-.-
camino a casa
comiendo higos tintos
que picaron las perdices
-.-
primeras nieves…
el calor de la luz
a través del shôji
sólo caminar,
junto al perro sin dueño
entre las viñas
-.-
ladera abajo
se acerca una liebre
sin correr demasiado
-.-
vereda de pescadores,
flores de aliso
en las botas de mi hermano
-.-
atardece
ondulándose con la ladera
el rebaño de ovejas
-.-
flores de noviembre…
recorriendo con los dedos
el nombre de mi madre
-.-
a punto de romperse,
el brillo de la nieve
sobre el bambú
-.-
tendida a lo largo
de un rayo de sol
la gata duerme
-.-
pisar la hierba
salirse un rato del sendero
que bordea el río
-.-
recogiendo la ropa
con la última luz del día
el canto del colirrojo
-.-
bajamar
con los pies en la pocilla
que cavó un niño
-.-
frente al río
en la mirada de mi hermano
la de mi padre
-.-
este olor...
mientras cae la noche
sólo el volcán
-.-
el aire no es el mismo
sobre el río
cae la tarde
-.-
vuelve a llover,
la gata no se decide
a subir a mi regazo
-.-
está en el aire
lluvia sobre la tierra
ese olor…
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