Sol otoñal.
Las hojas al caer
tocan sus sombras.
Hora de siesta.
Un canto de torcaza
en soledad.
Viento del norte:
revuelo de hojas secas
y de gorriones.
Espantapájaros.
También él envejece
bajo este cielo.
Luna de estío.
Brilla la telaraña
recién tejida.
Ya nadie habita
la casa abandonada.
Solo el otoño…
En medio de la lluvia,
las campanadas.
Cae una hoja:
tiembla el cielo del lago
por un momento.
Luna de marzo:
los sauces del arroyo
tocan su luz.
Por la ventana
algo menos de cielo,
algo más de olmo.
Pasa septiembre.
El viejo duraznero
no ha florecido…
En la hojarasca
ese pájaro yerto.
Más frío el aire…
Primera lluvia.
Con cenizas del monte
los arroyuelos.
Noche de estío.
Al tender unas ropas
¡todo ese cielo!
Pasó el invierno.
Al pie del olmo seco
flores silvestres.
Llueve en silencio.
Doblados por la carga
los crisantemos.
De aquel arroyo,
un sendero callado
de arena y piedra.
Se va el cortejo.
La boina del abuelo
quedó colgada.
En todo el cielo
solo una golondrina,
solo una nube.
Un puente roto.
Sobre su soledad
cae la lluvia...
Primeros verdes.
En silencio se anuncia
la primavera.
Sol de septiembre.
Las sámaras del olmo
las lleva el viento.
Día nublado.
¡Tan brillante el plumaje
del picaflor!
Córdoba (Argentina), Octubre 2021
2 comentarios:
Gracias Juan Carlos por ofrecernos siempre tu honda sensibilidad expresada en estos haikus delicados y expresivos, de una belleza que siempre conmueve. Un abrazo y felicidades!
Gracias a ti, querida amiga, por tan generosas palabras. Y por tu sensibilidad que hace posible esta emotiva conexión.
Y gracias a Mercedes que nos ha permitido en este espacio de su blog poder expresarnos y compartir.
¡Enhorabuena!
Un gran abrazo.
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