Una tortuga
atravesando el lago.
Crujen los lotos.
La niña peina
su muñeca sin ojos.
Valles de té.
Se zambullen
muy despacio en el mar,
cinco pelícanos.
Bosque de hayas.
La libélula busca
franjas de luz.
Caen buganvillas.
Una ciega atraviesa
las vías del tren.
En el jardín
del viejo manicomio,
los tulipanes.
Un crematorio;
en el umbral tres niños
bailan peonzas.
Cerca del mar
un perro ciego
me olisquea.
Cae la tarde.
El tuk-tuk de los monjes
esquiva a un ciempiés.
Un manzanal.
En la casa deshabitada,
ropa tendida.
Nadie
con quien hablar.
Los ciruelos maduros.
Llego a la aldea.
Mientras calientan té,
ulula el viento.
Bajo los farolillos
de colores,
asan serpientes.
Al abrir
el joyero de la abuela,
aroma a glicinas.
Mediodía;
en pleno arrozal,
unas tumbas.
Fotografía de Raúl Hernández Salas.
© Verónica Aranda
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